Terrenal: de destinos y designios
En el marco del Santiago a Mil se está presentando «Terrenal. Pequeño misterio ácrata» del dramaturgo argentino Mauricio Kartun, quien en esta oportunidad también hace las veces de director. En esta nota nuestra colaboradora Pía Salvatori nota el trabajo con el mito de la creación en torno a Caín y Abel y cómo su contextualización moderna nos lleva a otros lugares reflexivos sobre la propiedad privada, el egoísmo, la envidia, etc.
Por Pía Salvatori
“Maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra” (Génesis 4)
En algunas circunstancias la vida humana se revela como una sucesión de irremediables hechos preconcebidos por alguien o algo. ¿Fatalidad? ¿Destino? algo se niega a conceder(nos) el privilegio de la elección. No en vano, desde los trágicos griegos y durante siglos, los poetas han cantado al destino fatal en el que precipitaron muchos héroes. De la misma forma, el velo invisible de un designio se personifica también en “Terrenal. Pequeño misterio ácrata” (2014) de Mauricio Kartun, obra que se sumerge en la naturaleza de los míticos personajes Caín y Abel, dando forma y resignificando el arquetipo del amor fraterno.
Se trata de la última obra estrenada por el dramaturgo argentino y uno de los primeros espectáculos escogidos para abrir la partida del teatro internacional en la nueva edición de Santiago a Mil 2017. El montaje, destacado con diversos reconocimientos, se presenta en su conjunto riquísimo en conexiones con otras historias y con una tradición popular que trasciende a un territorio y un tiempo específicos.
La escena permanece en una dimensión atemporal como lo es también la historia de sus protagonistas. Personajes, escenografía y objetos en el escenario reconstruyen un espacio que, si bien se arraiga a expresiones populares argentinas, se sacude constantemente de sus raíces.
En el escenario todo es blanco, gris y negro. Todo parece desgastado por el paso del tiempo, viejo, roído y olvidado. Así también los cuerpos que deambulan por el escenario algunos momentos antes de comenzar la función.
La complejidad de los caracteres, uno opuesto al otro en una naturaleza dual y necesaria son encarnados magistralmente por Claudio Martínez Bel (Caín) y Claudio Da Passano (Abel). Caín, quien se esmera en producir en forma rentable y perfecta sus bienes (sus pimientos morrones), vive aferrado al control de su tierra y su producción. Trabajo y capital son su pan de cada día.
Por otra parte, el despreocupado Abel vive del momento, de la espontaneidad de los frutos de la tierra y de un conformismo pasivo fuertemente contrastante con el carácter de su hermano. Ambos hombres, al fin y al cabo, sufren el abandono de su progenitor, el “tatita” (interpretado por Rafael Bruza) y pasarán durante toda la obra buscando agradar con sus mejores palabras y ofrendas al padre.
La acción se despliega en una puesta en escena limpia, clara, profundamente irónica y absurda. Y conocemos de antemano su desenlace. El frustrado gesto ácrata de los personajes se pierde en un ya conocido final: las acciones desembocan en una condena que ha ocurrido desde siempre y la maldición del tatita resonará hasta el final de los tiempos.
De esta forma el diálogo entre los personajes se desgrana en aparentes trivialidades que, sin embargo, van entretejiendo un complejo sustrato dramático sostenido por reflexiones en torno a la vida cotidiana, la posesión, las contradicciones del libre albedrío, el amor, la envidia y la traición.
La historia trasciende su condición de relato bíblico –sacro– hacia una forma universal de narración sobre la condición humana. Desde hace un tiempo que Mauricio Kartun inspira su dramaturgia en festividades y/o historias cristianas de procedencia bíblica – por ejemplo Salomé de Chacra o La Madonnita –en la que su reconstrucción dramatúrgica se extiende hacia temáticas contemporáneas de carácter universal.
Con él se han formado también otros dramaturgos, como Rafael Spregelburd, Daniel Veronese, Patricia Zangaro, Lucía Laragione y Pedro Sedlinsky. Su influencia marca sin duda un momento clave del teatro argentino contemporáneo, en el que es posible apreciar una forma viva del teatro como delicado oficio y, con ello, de su objeto, un instrumento de construcción de identidad cultural.
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Ficha Artística
Texto y dirección: Mauricio Kartun
Actores: Rafael Bruza, Claudio Da Passano, Claudio Martínez Bel
Vestuario: Gabriela A. Fernández
Escenografía Gabriela A. Fernández
Diseño sonoro: Eliana Liuni
Asistencia de dirección: Alan Darling
¿Cúando?
Funciones 5, 6 y 7 de enero de 2017
20 hrs.
Sala Antonio Varas, Teatro Nacional Chileno.