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Muerte y explosión de un anarquista chileno: lo innombrable

Katya J. escribe sobre «Muerte y explosión de un anarquista chileno», obra que se presentó en Teatro Sidarte.

 

Por Katya J.* 

Comentar la experiencia compartida con la obra de teatro Muerte y explosión de un anarquista chileno dando cuenta de ella de una manera acorde o traslúcida, se vuelve un ejercicio complejo considerando que esta genera intensas afecciones.

Un primer acercamiento sería enunciar la invitación que esta obra hace a reflexionar críticamente en torno a los procesos de construcción de relato político y a su posible escenificación, entendiendo esto último como un fenómeno estético y sensible; experiencia que se organiza y deriva en amplificar, resignificar y reinterpretar el acontecimiento escénico mostrando un universo donde se cruzan múltiples perspectivas que refieren a un solo y polémico argumento: la explosión accidental de una bomba que portaba un anarquista y terminó con su vida.

Se presentan cuatro cuerpos cuya disposición es atravesada por narrativas fragmentarias. El hilo de la historia aparece disgregado, de tal manera que las acciones de los/las actores, tanto físicas como discursivas, anuncian pistas de un suceso, o mas bien, las repercusiones e impactos que dejó.Así, se compone un cuento que a través del registro testimonial procede en confluir y traslapar las posiciones y perspectivas de los personajes: la sala de interrogatorio como lugar fuera de tiempo, blanco e higienizado, de a poco se tiñe, se traza y se raya.

A su vez, los códigos que emergen en el diálogo, como la gestualidad y la voz de los/as intérpretes, está siempre bordeando el límite y el excedente vertiginoso de la saturación, pero manteniendo la concordancia del lenguaje significante y rítmico, lo que permite entender las decisiones contrastadas de su caótica organización.

La experiencia que genera la obra conlleva a cuestionarse el carácter insondable de las acciones políticas que remiten en particular al contexto del “panki mauri”, pues lo que repercute del hito específico, se extiende de tal manera que no es posible tantear e identificar solo una forma o una estela consecuente, sino fragmentos de lo que ocurrió, cualidad a la cual está sujeta la obra en su totalidad que en el montaje se expresan con diversas lecturas y percepciones del fenómeno.

Es interesante destacar el procedimiento de interrupción o intervención del relato lineal circundante, que se excede y se distancia de las descripciones formales de la noticia, resaltando lo insospechado y lo residual de su efecto, habilitando otras dimensiones e interrogantes situadas en la materialidad de los cuerpos representados que ponen de manifiesto la fragilidad del sentido unívoco de la narración.

Por consiguiente, se punza a remirar un gesto cuyo carácter ideológico es sobrepasado y reubicado en el despliegue de lo escénico como posibilidad de dar cuenta y revisitar una historia que se reinscribe en los cuerpos de los/las actores.

La operación crítica de la escenificación del montaje da cuenta de una estética que carece de estructuras fijas, pues no solo lo enunciado explora las contradicciones y deconstrucciones de su discurso, sino que los elementos de tiempo y espacio potencian la movilidad y la variación: la escenografía se modifica y transita al igual que las acciones. La deriva yuxtapuesta de los elementos que integran la obra, confabulan en experimentar un influjo dislocado de la realidad.

Ahora bien, lo innombrable permite asumir otros comportamientos que aborda la obra. Con lo innombrable, insto a dar cuenta de las provocaciones que sugiere el argumento, las cuales aparecen subterráneamente. Durante la obra nunca se sobreexpone la cuestión respectiva a Mauricio Morales, pero sí la problemática que levanta en torno a la violencia y la represión sistemática que se aplica frente a la insurrección organizada y/o espontánea de grupos o colectivos políticos, sociales y culturales.

Frente a ello es que, aparentemente se instala en la escena un contexto descentralizado que inestabiliza el tejido homogéneo y parejo de un testimonio, asumiendo así la complejidad política de la acción y su magnitud en todos los pedazos que resiente y sostiene un gesto o un acto en sí mismo, alojando significados subversivos. Cuerpos colmados y arrebatados por el alcance de la palabra, esbozando el espacio desde la experiencia subjetiva, pero insistentes, conformes al contenido reactivo de su causalidad frente a la emergencia del acontecimiento teatral.

Obra durante agosto de 2017.

* Integrante de Vitrina Distópica.

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Ficha Artística

Dirección: Gonzalo Venegas

Dramaturgia: Juan Pablo Troncoso

Diseño escenográfico, vestuario y gráfica: Manuela Mege

Diseño de iluminación y técnico: Pablo Mois

Realización escenográfica: Pedro Mege

Producción: Isidora Tupper

Asistencia de sonido: Daniel Marabolí

Fotografía y audiovisual: Nicolás Videla

Elenco: Nicole Sazo, Esteban Cerda, Constanza Muñoz, Ximena Sánchez