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Atacama: experiencias místicas

Fuimos a ver «Atacama» último montaje de la Compañía Tercer Abstracto que se presenta en el Teatro Camilo Henríquez. Estamos frente a una obra que continúa la exploración visual de S.U.B…C.E.R.O. con mejores resultados y un gran despliegue técnico.

 

Atacama es la nueva obra de la compañía Tercer Abstracto en temporada en el Teatro Camilo Henríquez. Al igual que en su anterior montaje S.U.B…C.E.R.O., la puesta en escena dirigida por David Atencio se propone hacer un cruce entre el campo de las artes visuales y el teatro de la mano de un autor plástico. Esta vez el escogido fue el pintor letón-estadounidense Mark Rothko.

Rothko, frecuentemente asociado al expresionismo abstracto norteamericano (Pollock, referente indiscutido), tuvo un interés particular por explotar el carácter sensorial del arte yendo más allá de la obra hasta preocuparse incluso de las condiciones de recepción en el espacio de exhibición, de modo tal que el espectador se viera envuelto en una suerte de experiencia que evadiera la “contemplación pasiva” asociada a los museos.

Atacama, siguiendo a Rothko, busca establecer una relación donde lo central sea el desarrollo de dicha experiencia, dando prioridad a lo sensorial y esperando que con ello el sentido aparezca desde otro lugar, dislocando la convención textocentrista. Es por eso que en la obra se ha prescindido de todo diálogo como eje narrativo, estableciendo como pivote dos situaciones construidas tal como la obra anterior: desde la visualidad, la sonoridad y el juego cromático. Es la «dramaturgia perceptual» con que trabaja Tercer Abstracto.

En un escenario rotatorio dividido por un panel oscuro (que asimila los colores de la última etapa de Rothko) dichas situaciones se van alternando conforme gira el escenario. En un inicio vemos a un grupo de atacameños precolombinos en su quehacer habitual. Luego, un par de astrofísicos invitados a dar una conferencia en el marco del proyecto ALMA.

Ambas situaciones se muestran haciendo un progresivo, intenso (y agotador) viaje de hora y media desde la linealidad hacia un espacio de simultaneidad entre pasado y presente; hacia la multiplicación y yuxtaposición espacio-temporal de situaciones y personajes, donde terminan por cohabitar atacameños con astrónomos, astrónomos con más astrónomos, atacameños y astrónomos de ayer y hoy, etcétera.

Justamente el valor de Atacama reside en la precisión de su ejecución pues del despliegue técnico y actoral, depende el nivel de sincronización alcanzado por nada menos que doce actrices y actores que mueven la obra y sus dispositivos.

Además, en esta ocasión, los niveles de pretensión vistos en S.U.B…C.E.R.O. han sido reducidos en tanto las referencias a Rothko se vuelven menos evidentes, y finalmente menos trascendentes para el total de la obra, permitiendo que su lectura quede a discreción del espectador, exigiendo de paso que éste siga pensando posteriormente la obra.

Con todo esto Atacama se libera del lastre innecesario, para avocarse al desarrollo de una obra compleja no sólo por lo que pretende decir, sino también por como pretende decirlo. Por una parte está lo más evidente: la obra se abre como espacio de reflexión respecto de preguntas hechas en diversas disciplinas sobre lo que entendemos por espacio, tiempo y realidad.

La simultaneidad y yuxtaposición de situaciones que llevan progresivamente al error y al extrañamiento de sus personajes, es la metáfora visual de la Teoría de Cuerdas planteadas por los astrofísicos en la obra (aunque en teoría serían 11 y no 4 las dimensiones posibles).

Atacama enfrenta la realidad con incertidumbre,  entendiéndola como comprensión limitada, reivindicando de paso otros modos de comprensión, como podría ser alguna de las tantas cosmogonías amerindias.

Desde su forma, Atacama también propone una reflexión sobre el teatro, su materialidad y la relación que establece con el público. En la medida que las situaciones construidas no pretenden la veracidad, sino que por el contrario develan completamente su teatralidad siendo descompuestas, cruzadas y multiplicadas en escena, existe una toma de posición, consciente o no, respecto de una discusión de estilo donde por una parte hay quienes acusan al teatro de olvidar la realidad y volverse «intelectual», y por el contrario, quienes escapan de la literalidad.

Con todo, resulta paradójico que al final de la obra resulte menos importante si la experiencia, -mística o no-, realmente aconteció en el espectador, pues finalmente dicha experiencia se desplaza hacia el peligroso asombro por la técnica (o el efectismo). Porque a pesar de la voluntad por reflexionar, por decir de cierta manera, en el caudal de imágenes de Atacama la pregunta que resuena es más bien “oh ¿cómo hicieron eso?” y no “¿qué me quiso decir?”.

Sea o no el riesgo de jugar a tener experiencias con las imágenes en un mundo dominado por la experiencia de la imagen, Tercer Abstracto logra proponer un lenguaje propio por el que vale continuar explorando. Hoy el cruce entre interdisciplinar asegura un vasto espacio de exploración, donde es esperable que la cita de autores sea sólo un punto de entrada respecto de problemáticas que cruzan indistintamente las artes visuales y el teatro.[/vc_column_text][/vc_row]

Ficha Artística

Dirección: David Atencio.
Elenco: Juan Diego Bonilla, Melissa Brandt , Daniel Contesse, Victoria de Gregorio, Miriam Faivovich, Belén Fajardo, Paula Luchsinger, Niksi Marín, Catalina Muñoz, Francisca Traslaviña, Stephany Yissi, Eduardo Vásquez.
Asistente de Dirección: Rocío del Pino.
Diseño Integral: Francisca Lazo.
Música: Pablo Serey, Camilo Stäger.
Producción: Laura de la Maza y María Catalina Jorquera.
Gestión: Pablo Cisternas.

¿Cuándo?

Funciones
2 May al 7 de Jun 2015

Sá – 20:30 h

Do – 20 h

Lugar
Teatro Camilo Henríquez

Precios
General: $5.000
Adulto mayor
Menores de 26 años: $3.000.

Reservas: 02 26 71 60 32.

¿Dónde?

Actor, Universidad Mayor. Magíster © Teoría e Historia del Arte U. de Chile.