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El cepillo de dientes: un normal absurdo

Cami León fue a ver «El cepillo de dientes», pieza dramática escrita por el reconocido dramaturgo Jorge Díaz, de quien se conmemora este año una década de su muerte. La puesta en escena, dirigida por Álvaro Viguera, se presenta en Teatro UC hasta el 24 de junio.

 

Por Cami León  

 

En 1961 se estrena en el teatro Ictus la obra de Jorge Díaz Naúfragos en el parque de Atracciones más conocida como El Cepillo de Dientes, pieza en 1 acto que fue concebida en tan solo 10 horas. Luego de 5 años, sería profundizada con un segundo acto y nuevas claves interpretativas.

De esta manera, se inaugura en Chile el Teatro del Absurdo, corriente bautizada así por el crítico Martin Esslin. A 56 años de su estreno, -y en conmemoración de los 10 años del fallecimiento de Díaz-, la obra vuelve bajo la dirección de Álvaro Viguera, la producción del teatro UC, un elenco de dos actores (Geraldine Neary y Luis Cerda) y un equipo artístico de siete personas.

¿El resultado de esta suma? una obra que nos habla sobre la paradoja de la incomunicación y la soledad en un matrimonio burgués convencional que intenta evadir su aburrimiento y el vacío existencial con juegos de roles y fantasías. La rutina, basada en las obligaciones sociales y cánones preestablecidos, nos incita a debatir sobre los efectos alienantes de la costumbre, la monogamia, la institucionalización, -y al mismo tiempo-, la idealización del amor desde una evidente inequidad de género hoy reproducida socialmente bajo el sistema neoliberal.

Los elementos absurdistas están en la desarticulación del lenguaje, recreando maneras repetitivas y circulares de expresión como citas publicitarias o la sobreinformación de los medios de comunicación que nos sirve para hablar con el otro pero sin comunicarnos.

La pieza se inaugura con la escena del desayuno y el monologo de ELLA a través del desvarío de su psique, la descripción de su matrimonio y la carga que representa la idea de feminidad, elemento clave para hablar sobre machismo. La mujer es la encargada de las labores domesticas, servirle al hombre y verse hermosa para ÉL, mientras que el espacio de lo público es dominado por lo masculino. Díaz ironiza: ÉL es el “Presidente del Partido Cristiano Familiar Unido”, un representante de las buenas costumbres. El futuro es para la mujer independiente,  sí, pero solo a través de oficios absurdos tales como el control mental, recuento hormonal, ingles al tacto, entre otros.

Posteriormente, la obra nos hace replantearnos el amor idealizado estableciendo el cuestionamiento a las convenciones en las relaciones de pareja, tan propio de esferas conservadoras. Esperanzada y Lucho solo sirven para retratar la ansiedad que existe cuando “se nos pasa el tren”, depositando la solución de la soledad en el matrimonio.

El tópico que se desarrolla a lo largo de la obra es el del poder, retratado mediante situaciones específicas como el juego de roles del patrón/criada y la fantasía de matar al cónyuge, idea que aparece inicialmente en el monologo de ELLA, y que finalmente, se concreta con el homicidio ficticio que comete ÉL cuándo se entera que su cepillo de dientes fue utilizado para… limpiar unos zapatos.

La fantasía erótica del patrón y la nana, sugiere que el conocimiento y el dinero sirven como supremacía ante otro, mientras que la acción de matar al conyugue es una acción de liberación de las ataduras morales y sociales. Concepto que se plantea tanto en ELLA como en ÉL. El crimen sirve para llevarnos a acontecimientos tan recientes como femicidios y su divulgación en los medios de comunicación con el fin de perpetuar un espectáculo morboso que ridiculiza la tragedia y somete a las relaciones humanas. Díaz, era todo un visionario.

Pero, ¿qué tiene que ver esto con la idea del cepillo de dientes? El cepillo de dientes sirve como un refugio de la propia individualidad. Cuando se decide compartir lo íntimo con el otro, las discusiones triviales se transforman en peleas ridículas que desenmascaran una catarsis, una neurosis o histeria histórica arraigada en nosotros mismos.

Respecto a la puesta en escena, el juego actoral es rápido y fresco. Las transiciones dinámicas deleitan al espectador generando variaciones en planos, niveles y ritmos que aportan a deconstruir un espacio escénico absurdo: una sala de baño que grafica la invasión del espacio íntimo, una “tacita loca” que asienta la idea original del parque de atracciones como metáfora del consumismo vacío en una pareja que no puede salir de una relación viciosa y vertiginosa.

Sin embargo, el espectáculo descansa en la obra del autor sin innovar en la inclusión de elementos contemporáneos -más allá que una lata de bebida o un Iphone-, normalizando y centrando la puesta en escena en una exploración (y explotación) del lenguaje escénico que resulta cómoda para un publico de “elite”. Así se institucionaliza la crítica ácida que propone Díaz.

Obra vista en junio de 2017.

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Ficha Artística

Elenco: Geraldine Neary, Luis Cerda
Asistente de dirección: Sol de Caso
Escenografía: Daniela Vargas – Andrés Poirot
Diseño iluminación: Andrés Poirot
Diseño vestuario: Daniela Vargas
Asistente escenografía y vestuario: Carolina Lazo
Composición musical: Camilo Salinas
Producción: Teatro UC