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Pinochet: ¿teatro político?

Fuimos a ver PINOCHET, obra censurada en dictadura que hoy «Teatro Perro Muerto» revisita desde nuestro contexto.

 

Por Jessenia Chamorro Salas*

 

Me pregunto qué hubiese escrito mi abuelo al ir a ver PINOCHET al teatro, él, un hombre comunista que trabajó a inicios de los años setenta en el antiguo diario “Puro Chile”, él que tuvo que arrancar hacia Argentina en 1973 tras el Golpe de Estado, él, quien llevaba marcada en la memoria la historia de Chile, que, como dice la canción de Piero “es que creció con el siglo, con tranvía y vino tinto” ¿Qué habría dicho de la obra PINOCHET? Tal vez, algo muy parecido o bien muy lejano a lo que yo comentaré, y aunque él no pudo verla, sí lo hizo su hija, mi madre, y yo, su nieta, quienes lo recordamos al salir del teatro preguntándonos ¿Qué habría dicho de la obra?

Esto es teatro político dicen en escena cuatro actores vestidos con overoles naranjos, dando una larga lista de características propias de lo que debiese ser el así llamado “teatro político” (teatro épico, siguiendo la teoría de Bertolt Brecht), lista que resulta ser un extenso prontuario de estereotipos de lo que se espera sea una obra política. A modo de parodia, este inicio viene a ser una introducción que nos recuerda tópicos, temáticas, argumentos y recursos del llamado “teatro político” interpelándonos como espectadores a reconocer que los estereotipos desdibujan el sentido profundo de la época que buscan re-presentar.

¿Qué tienen en común Lucía Hiriart, Jaime Guzmán, el Cura Hasbún y Manuel Contreras? La respuesta es la siguiente: Su estrecha relación con Pinochet. Estos son los personajes principales de la obra que interactúan y comentan el difícil momento que está viviendo la dictadura por aquellos años (la segunda mitad de la década de los ochenta), la trascendencia de la “epopeya” llevada a cabo por Pinochet, y cómo terminará y/o continuará todo cuando retorne la democracia (si es que retorna… se interpreta en un dejo especulativo).

Cada uno de estos personajes va comentando la situación de Chile, las causas y consecuencias de la dictadura, y el futuro que les espera a todos al alero de Pinochet, quien jamás aparece en escena, pero es el personaje principal. Entonces los personajes confabulan, conversan y recuerdan a sus espaldas. Pinochet en este sentido se transforma en un fantasma, una sombra que permea el argumento y la vida de todos los personajes, una presencia ausente, como diría Derridá, debido a que todos dependen de él en alguna medida, y su figura resulta expiatoria de todos sus pecados individuales.

El personaje de Guzmán señala en este sentido que Pinochet vendría a ser Cristo Crucificado, quien murió cargando los pecados de la humanidad, y al irse él, agrega, se expiarían las culpas, pero a la vez, su presencia se volvería eterna ya que ellos mismos se encargarían de que su legado permaneciera hasta nuestros días de la mano de las leyes de la Constitución de 1989 (realidad que vivimos actualmente con las AFP y las ISAPRES, entre otras). Los sueños y proyectos guían a los personajes, sueños en sentido metafórico y literal, puesto que por ejemplo, Lucía sueña que es María Antonieta guillotinada en el Palacio de Versalles.

Es aquí en donde La Moneda y Versalles adquieren una dimensión casi profética: Lucía siente cómo será derrocado su “reino”  al llegar la democracia. Por su parte, el cura Hasbún es el personaje que dota de comicidad la escena mirando siempre a Europa como modelo y viendo el lado positivo y esperanzador de toda la situación acaecida. Contreras de terno y corbata, es la mano ejecutante de Pinochet que se muestra preocupada por lo que pasará en Chile. Temáticas de la obra: el miedo, la incertidumbre y la transición.

Ahora bien, resulta fundamental hacer notar la puesta en escena y los aspectos técnicos llevados a cabo en la representación de la obra. En este sentido cabe decir que los diálogos están acompañados de música representativa de las escenas aunque no de la época: Lili Marlen y Ricardo Arjona acompasan las escenas relativas a Alemania y la del Plebiscito, respectivamente. A su vez, la escenografía, resalta por su sencillez y minimalismo: solo hay una gigantografía de Bernardo O´Higgins rayada con color rojo, una mesa y sillas.

PINOCHET representa ficcional, paródica y satíricamente un trozo de la historia reciente de Chile, sustentándose como una obra que incorpora, al modo en que Nietzche diría, lo dionisíaco. Aunque este drama paródico carece del aura trágico, al decir de Steiner, pues no solo ha perdido la estructura aristotélica, sino que también, ha perdido el sentimiento de “lo trágico”, acercándose más bien al drama moderno, en donde los personajes viven en una constante incertidumbre al borde del sinsentido.

 

*Estudiante de Magíster en Literatura Latinoamericana y Chilena (USACH), Profesora de Lenguaje y Comunicación (PUC), y Licenciada en Literatura Hispánicas (UCHILE).[/vc_column_text][/vc_row]

Ficha artística

Compañía: Teatro Perro Muerto
Dirección: Sebastián Squella
Asistente de dirección: Victoria Iglesias
Dramaturgia: Rolando Vargas – Compañía Teatro Perro Muerto
Elenco: Camilo Venegas, Nicolás Calderón, Rodrigo Florechaes, Valeria Aguilar
Diseño Integral: Javier Pavez
Producción: Victoria Iglesias, Valeria Aguilar
Duración: 70 minutos aprox