TOP
Créditos: Diego Nawrath

Leyendo el Silabario

Constanza Araya fue a ver»Silabario», obra escrita y dirigida por Bosco Cayo, presente en el Teatro Camilo Henríquez. Estamos frente a una obra potente, que nos hace reflexionar sobre el estado de la educación chilena, el centralismo y el deterioro de la figura del profesor en la formación escolar.

«Los resultados
que se obtienen con mi Silabario
exceden las aspiraciones
de los maestros que lo utilizan».

(Adrián Duflocq)

 

Adrián Dufflocq, pedagogo chileno, creó el Silabario Hispanoamericano motivado por el interés de formar lectores amantes de la lengua española. Buscaba niños que fueran más allá que sus mismos maestros, seres pensantes, críticos y reflexivos, absolutamente lo  contrario a lo que sucede hoy en Chile con la formación de lectores mutilados desde la cuna, lectores en un país donde se prohíbe pensar, hablar e intentar cambiar en algo el orden de las cosas.

Dufflocq entregó un documento que traspasaría generaciones, que sin quererlo se transformaría en objeto de culto y podría conformar parte de una identidad nacional.  

Adrián Duflocq pensaba que Chile podría ser pionero en educación en Latinoamérica.

No fue así.

Lejos de ser pionero en educación, hoy Chile es un país que lucra con los derechos, que aumenta la desigualdad en educación y que no respeta a sus profesores, ciudadanos de segunda clase con más de 44 horas semanales de trabajo, mirados en menos en un país que no logra comprender lo fundamental de su presencia.

Tomando como base este contexto, la sucesión de escenas que construyen el relato de Silabario, obra escrita y dirigida por Bosco Cayo (Limítrofe, Leftraru), nos muestra la organización desesperada de dos profesoras de Timaukel, Magallanes: la tía Corina y la tía Nena, que se preparan para comenzar una huelga de hambre con el fin de que las autoridades las vean, sepan de su existencia y aumenten los recursos asignados para su escuelita rural, donde ellas son las únicas profesoras de ocho estudiantes.

Ambas actrices se muestran fuertes en escena y logran sostener el discurso instalado por la obra. La apropiación del lenguaje de huelga y sus tecnicismos transforman una inocente y hasta humorística escena en una situación trágica por lo identificable de la realidad de las docentes, donde la desolación resulta representativa del momento actual de un país que se moviliza.

La cuota de ironía, -apoyada sobre todo en el uso de estereotipos para la construcción de las profesoras parvularias con sus carteles de goma eva, bailes coreografiados y el trato mutuo de “tía”-, agudiza la tensión en la situación, pero además sugiere una nota importante sobre nuestra identidad: traspasando los años, todos pudimos haber sido alumnos de esas tías.

La obra construye su narración con la escena central de las profesoras en Timaukel, pero también muestra pequeñas escenas que dan cuenta del entorno que las rodea: las mismas “tías” dan vida a alumnos y apoderados, mostrando la hostilidad del ambiente en que está inserta la escuelita y las profesoras. Se trata de pequeños momentos que nutren al relato de humanidad, ya que, sin perder el humor, dan cuenta de la realidad de la educación rural en Chile.

Silabario es una obra potente, que por momentos traspasa una línea casi imperceptible entre sátira y humor burdo. También es violenta porque NOS violenta al visibilizar el abuso y la despreocupación hacia los profesores en Chile. Así, la inocencia y los brillos se van perdiendo dando lugar a la cara real de una situación cruel. Con ello, la obra entrega una fotografía de un país que está necesitando moverse y organizarse para exigir sus derechos y lograr así despertar de una siesta que parece eterna.[/vc_column_text][/vc_row]

Ficha Artística

Dramaturgia y dirección Bosco Cayo
Elenco  April Gregory – Angélica Tapia
Producción Alfonso Arenas
Diseño integral  Boris Chain
Diseño sonoro  Matías Lasen

 

Foto Portada: Diego Nawrath