Pamela López: «La concursabilidad y el sistema actual de trabajo con los artistas necesita ser repensado»
Conversamos con Pamela López sobre su gestión en Centro GAM al cumplir un año siendo parte de la institución, hablamos de la gestión anterior, de las estrategias de este nuevo año, la gran sala de GAM y la poca representatividad de mujeres en la programación de GAM.
Ya habiendo cumplido un año a cargo de la programación y audiencias de GAM, ¿en qué crees que se diferencia tu gestión respecto a la anterior? ¿Hacia dónde la enfocas?
Pienso que las gestiones o administraciones que tienen que ver con espacios culturales, vienen pensadas desde una mirada y una orgánica más institucional que está siempre determinada por la misión y visión de la organización. El contexto de GAM ha cambiado mucho desde que se inauguró hasta ahora, entonces, más que hablar de mi gestión o de la gestión anterior, creo que es bueno hablar del GAM en conjunto.
Ahora, dicho todo esto, que es bien formal, yo tomé un proyecto que ya venía andando y que por lo demás era exitoso, entonces el desafío es doble porque a veces, aunque la gente no lo crea, tomar un proyecto que no viene muy bien te puede dar más amplitud para trabajar con más posibilidades de “éxito” a corto plazo, sin embargo, mantener algo que está funcionando y tratar incluso de mejorarlo o proyectarlo más ha sido un tremendo desafío. El GAM es un espacio que tiene un público fidelizado, es un espacio que genera mucha expectativa entre todos los agentes artísticos, los periodistas, los vecinos, el gobierno, o sea, hay muchos grupos de interés porque es un lugar altamente político, desde el lugar de la política cultural, no de la politiquería.
Entonces desde ese punto de vista hay una gran parte de lo que se hace que tiene que ver con una continuidad y otra que tiene que ver con innovar y tener un sello. Yo creo que en este año me he enfocado en mejorar el vínculo y las relaciones con los artistas y las compañías, la idea es entender que somos colaboradores. Hay que tener una visión conjunta, es algo que nos falta mucho.
¿Te refieres a la relación entre teatristas y salas de teatro desde tu bagaje como actriz?
Claro, mi bagaje es muy de salas de teatro, soy actriz, seguí otro rumbo, pero mi vida viene de ahí. Y últimamente se ha dado una posición muy incómoda que es la de poner a la sala de teatro como una contraparte de los artistas, como si fuéramos rivales. Creo que eso mejoró en el marco de estos últimos 10 años cuando vino el proceso del cierre del Teatro del Puente, ahí los artistas se alinearon y entendieron que las salas eran amigas y espacios de resistencia, insistencia y de plataforma cultural, eso se entendió, pero después nos volvimos a dividir, y eso es algo que hay que tratar de erradicar.
¿Y en lo que tiene que ver con lo artístico?
Ahí me pregunto ¿hasta cuándo Santiago? Yo sé que en Santiago está el espectro creativo más grande del país porque es donde somos más personas, hay más escuelas de formación, hay otro campo de profesionalización, etc. No puedo omitir eso, no es lo mismo lo que pasa en regiones que lo que pasa acá en Santiago. Pero sí creo que llegó el momento en que este centro cultural, que a mi juicio es el más importante del país, y que recibe financiamiento público, se empiece a preguntar más que una programación por una mirada política, con una política programática que vaya más allá de GAM y de su territorio.
Y en concreto ¿en qué actividades se traduce esta mirada respecto a las regiones?
La convocatoria de este año se abrió para artistas de Santiago y de regiones, siempre ha sido así, pero la diferencia de ahora es que estamos entregando un aporte económico a los grupos que vienen de afuera de la RM para que puedan venir. Por otra parte hemos intensificado la gestión de las giras de las producciones de GAM, tratando de conseguir la mayor cantidad de funciones que podamos y aceptando las invitaciones que nos hagan.
Esto también implica que subsidiamos funciones, por ejemplo, ahora vamos a llevar La noche obstinada al Parque Cultural de Valparaíso los primeros días de julio, y la estamos llevando nosotros, no es que tengamos un auspiciador que nos ayude a llevarla, sino que estamos haciendo el esfuerzo de producir afuera.
Antes hablaste de una mirada política de parte del GAM, ¿cuál es la mirada GAM actual y en qué consiste esa otra mirada política?
La mirada política actual es una de cambios, no solo porque estamos ad-portas de un cambio político concreto, que es un cambio de gobierno, sino también porque nos hemos dado cuenta de que hay desafíos que la política cultural está asumiendo hoy con mayor fuerza. Una de esos temas es la educación y otro el tema de regiones. Desde ese punto de vista hay que avanzar un poco más allá de la construcción de centros culturales y pensar cómo se van a programar esos espacios.
Creo que ahí GAM podría ser una ayuda, porque si bien nosotros tenemos un rol como corporación privada, podemos establecer un mecanismo de trabajo en red con ejes de circulación que vayan entre Santiago y regiones y viceversa. También creo que es necesario continuar con la mirada que tiene más fuerza, que es pensar nuevas formas de financiamiento. La concursabilidad y el sistema actual de trabajo con los artistas ya está súper cuestionado y está en un proceso que necesita ser repensado. Desde ese lugar, los espacios culturales, los teatros, las salas, los centros culturales, han hecho un trabajo de mucho esfuerzo no solamente para establecer miradas curatoriales, sino que también subsidiar trabajos artísticos.
Hablaste antes de La noche obstinada como una producción de GAM que busca cumplir con un principio de descentralización. Ahora bien, nuestra duda respecto a estas producciones es si existen proyectos de este tipo liderados por mujeres en GAM, que es otro criterio de inequidad que efectivamente existe.
Sí, tiene que haber. Yo me di cuenta el año pasado en una conversación con el equipo de Lápiz de mina, que se han dedicado a mapear un poco la situación desde la dramaturgia, que en realidad ha habido pocas mujeres en GAM.
Claro, las cifras que ellas manejan son bastante desoladoras: de los 134 estrenos de GAM a la fecha, solo 23 son de dramaturgas mujeres, y de eso solo 10 son chilenas. En ese sentido entra en juego el estudio que se lanzó acá mismo en GAM hace unas semanas, El género en escena que habla de las inequidades del sector desde la percepción de las condicionales laborales.
Yo tengo la impresión de que la dramaturgia de mujeres ha estado bien invisibilizada en la programación de GAM, pese a que en el pasado hemos hecho “Ópticas femeninas” como eje curatorial. Creo que es interesante pensar cuales son esos otros espacios donde podemos sumar a mujeres. Y no es por cumplir una cuota, a mí me da un poco de cosa esto de que si hay un panel tiene que haber una mujer. Yo no quiero estar en un panel por cumplir una cuota. Quiero estar en un panel porque tengo cosas que decir. Entonces hay que tener ojo también con esto de las cuotas porque también es menoscabar.
En concreto, desde la programación, ¿existe algún eje o estrategia que esté enfocada a aumentar las cifras que comentan en Lápiz de mina?
No, por el momento. Ha tenido más que ver con los ejes curatoriales, por ejemplo, este año decimos que se trata de Violeta Parra, que es mujer, y eso nos ha obligado a dialogar con muchas voces femeninas que hay detrás de los proyectos sobre Violeta. Hemos tratado de ir abriendo conversaciones que tengan que ver con ese lado de la femineidad, y creo que hay que pensar en estrategias concretas que les den visibilidad a las mujeres del campo creativo.
¿A qué crees que se debe que la visibilización de esto sigue siendo escasa? ¿Tiene que ver son ser mujer? ¿Ves que suceda de la misma forma en la gestión cultural?
En algunos momentos si me ha pasado que reconozco que hay cosas que pasan porque soy mujer. No ocurre tanto en el mundo artístico porque somos un poco más abiertos en estos temas, pero sí lo veo en el mundo corporativo, en las reuniones con agentes de empresas o del gobierno. Ahí entrando a ese lugar es más difícil ser mujer, pero desde mi lugar ha sido más difícil ser mujer joven. Además, también hay otro tema al ser mujer, que es la maternidad. Me gustaría saber cómo lo llevan las otras mujeres que están en lugares como el mío pero que tienen hijos maravillosos que las acompañan y lo llevan perfecto. Yo por ejemplo llego a mi casa a las 12 de la noche y puedo estar aquí en esta entrevista tarde porque no tengo hijos que me esperen en la casa, y así otras mujeres.
No es obligación tener hijos, cada uno ve lo que quiere hacer en su vida y cómo lo vas a manejar, pero para las mujeres en cargos de gestión es difícil pensar en eso. Es un tema que tienes que planificar casi en una carta Gantt, mientras que por ejemplo hay hombres en cargos similares que asumen con bebés recién nacidos. Yo me pregunto si una ministra asumiría el cargo con un bebé de tres meses.
Hoy eres parte de ese grupo selecto de mujeres que están en cargos de influencia respecto a la cultura y las artes escénicas, y que ha aumentado un poco, ¿ves cuál es el impacto que podría tener si sigue aumentando la participación y la visibilización?
Para mí el Teatro es un arte esencialmente femenino, desde que tú estudias en una escuela de teatro. Las figuras de la Ana González o la Isidora Aguirre, el teatro está lleno de esta imagen de la mujer al poder, pero claro, hubo momentos en que ser mujer de teatro era ser mujer de mala vida, pregúntale a la Delfina Guzmán todo lo que tuvo que pasar en su trayectoria en Concepción. Siempre es una decisión que está en cuestionamiento. Yo creo que está súper bien que las mujeres tomemos liderazgo de un área que tiene que ver con dos cosas que hacemos bien, una que tiene que ver con el plano de lo sensible y la otra con el ámbito de la organización y de poder hacer muchas cosas a la vez.
Y entre eso la creatividad.
Claro, o sea la gestión es estar en 40 cosas a la vez, igual sería mezquino de mi parte decir que los hombres no pueden hacerlo, lo hacen también.
Pero sí pasa que los hombres descansan un poco en el estereotipo de que “las mujeres organizan” entonces “nosotros pensemos y que ellas organicen”. ¿Esto lo ves en tu ámbito?
Es que yo controlo bien esas situaciones y trato de evitar que pasen. Yo creo en liderazgos colaborativos, en GAM no es así porque el organigrama es distinto, Felipe Mella está arriba de mi cargo por jerarquía y mi cargo es de apoyo a su gestión. Mientras que por ejemplo en la Católica el plano de la dirección ejecutiva y artística era un cargo homologo, que era otra propuesta de modelo de gestión y que fue algo que creamos con Andrés. La capacidad de armar una dupla donde hay un hombre y una mujer, donde uno pelea y todo, pero me sumo a la idea de que somos dos mentes creativas que estamos trabajando desde dos ámbitos que se tienen que complementar y eso es bueno.
Entonces tu camino va más por la colaboración y la equidad más que por definir liderazgos de mujeres.
Mi camino va por este choque de diversidades. No creo que los cargos sean idóneos por género sino por personas. Finalmente yo pienso que esta discusión de género ya va en retirada, esta idea de dividir la competencia de género ya no va, hablemos de personas.