Conversamos con Alfonso Arenas de FITAM para conocer más del programa «Teatro en la Educación».

Menos de dos semanas alcanzó a estar abierto el fondo Ventanilla Abierta del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. ¿Razón? En tan solo días el dinero se agotó. Pero no es primera vez que pasa. Ya sucedió en enero cuando la ventanilla estuvo abierta aún menos días, y también sucedió en invierno del año pasado, cuando se hizo conocido el caso de la actriz Ximena Carrera, quien ganó el fondo con puntaje perfecto, pero no pudo recibir financiamiento porque… se acabó. ¿El problema se soluciona inyectando más dinero? ¿Por qué pasa lo que pasa en un país que ha visto descender la participación cultural de sus habitantes?

A propósito de estudios, comentamos los resultados de la Encuesta Nacional de Consumo Cultural de Argentina, la que da cuenta de una baja sostenida de públicos en las distintas manifestaciones artísticas, pero por razones diferentes a lo que sucede en Chile: si allá es por falta de recursos para ir, acá es por falta de tiempo, o bien, desinterés.

A la vuelta del primer bloque hacemos tiempo para que nuestro invitado del día se instale en el estudio, comentando la pregunta de una columna trasandina: ¿sirve de algo la ópera? Iván es claro: como cultura, es decir, como tradición, sí. Como arte bajo una noción moderna (abierto a la experimentación, problemático, crítico), no.

Nos acompañó en el estudio, Alfonso Arenas, Jefe del Área de Educación de FITAM, quien viene desarrollando hace ya tres años el programa «Teatro en la educación», una iniciativa de múltiples propósitos, entre ellos, llevar las artes escénicas al currículo mínimo obligatorio en la educación escolar, y también, aportar a la creación del hábito de ver y hacer teatro para mejorar -a largo plazo- el vínculo entre el teatro y su cada vez menor público.