TOP

Cómo transformar la ópera en un malodrama con solo una carta al director

Llama poderosamente la atención el interés que ha mostrado El Mercurio las últimas dos semanas por el avance del proyecto de Ley de Artes Escénicas. A la fecha ya son cinco los artículos publicados, todos con un marcado énfasis crítico en la supuesta exclusión de la que estaría siendo parte la ópera en tanto género.

 

 

En realidad, el diario de la familia Edwards no hacía otra cosa que generar eco de la carta al director enviada por Andrés Rodríguez, otrora director del Teatro Municipal designado durante la dictadura de Pinochet. En la misiva publicada el mismo 7, Rodríguez afirmaba que la ópera, “la más completa de las artes escénicas” estaría siendo ignorada por el proyecto de ley, junto con el ballet y la actividad coral.

La carta fue acompañada entonces por un artículo que se publicó el mismo 7 de junio con un tono evidentemente victimista: La ópera, el gran marginado de la Ley de Artes Escénicas”, rezaba el encabezado. Al día siguiente, viernes 8 de junio, el mismo diario publicó una nueva nota en cuyo titular se aseguraba que gracias a las indicaciones presentadas por el gobierno de Piñera se “corregía” una “seria omisión” en el proyecto.

Esta vez el titular es triunfalista, pero además es engañoso: ha sido el propio subsecretario de cultura del gobierno de Piñera el que ha dicho que “no se debe detallar el concepto de artes escénicas” precisamente porque se trata de una ley en general, es decir, que busca con la definición abierta de “artes escénicas” englobar diversas manifestaciones, inclusive aquellas que pueden resultar problemáticas de delimitar en un contexto como el nuestro, hoy más abierto que nunca a nuevas hibridaciones estéticas.

Por lo mismo, la indicación de ingresar la ópera en particular fue rechazada siete días después en la sesión de la Comisión de Educación y Cultura del Senado. El Mercurio, que no sabe de derrotas, ha querido presentar esta decisión a la opinión pública, como una conspiración de malvados agentes culturales complotando con senadores para dejar de lado a la pobre ópera, siempre marginada y sin recursos. Por ello volvió a la carga y respondió el viernes pasado por partida doble en su versión impresa y, posteriormente, en EMOL: Senadores rechazan incluir ópera, ballet y coro en la Ley de Artes Escénicas” decía el titular digital asegurando que “la marginación de estas tres disciplinas (ballet y coros) significaría que no podrán optar a fondos de financiamiento específicos”.

El segundo artículo, publicado en papel, afirmó que el rechazo a las correcciones generó “críticas de diversos representantes del mundo artístico”. En realidad, todas las voces consultadas por el matutino vienen del propio mundo de la ópera y reiteran más menos la misma idea inicial de Rodríguez. La nota, además, da una repasada a un par de senadores de la Comisión. Uno por usar definiciones de Wikipedia, a otro por citar a un usuario anónimo de Twitter.

El usuario citado es el conocido crítico teatral Jaques de la Brioche quien publicó un extenso hilo sobre la “corrección” indicada por el ejecutivo señalando lo extraño del alegato levantado por el mundo de la ópera: “lo peculiar es que la categoría «ópera» si está mencionada en el proyecto de ley, en los puntos B y K sobre quienes pueden ser sujetos de financiamiento”[1], afirmó el crítico, echando por la borda el argumento de que la ópera no podrá optar a financiamiento sectorial específico.

Junto con los dos artículos del viernes 15, se publicó una nueva carta al director firmada por cuatro cantantes líricos que insistieron en la idea inicial del ex director designado durante la dictadura de Pinochet, reiterando aquella romanticoide e ingenua idea de que la ópera, es “quizás la disciplina artística más completa que ha existido” para finalizar diciendo “manifestamos nuestro más enérgico y absoluto rechazo a esta ley”. Sin el tono de defensa gremial y con algo más de sutileza, apareció el sábado 16 otra carta al director, pero esta vez en La Tercera, firmada por la directora artística del Teatro del Lago, Carmen Gloria Larenas, quien aplaudió la operática gala previa a la inauguración del Mundial Fútbol de Rusia 2018. Finalmente, la última jugada hasta hoy, la hizo nuevamente El Mercurio y tuvo lugar el día domingo 17, con un artículo que buscaba dar cuenta de la realidad de los teatros regionales, sus “éxitos y penurias”, con un marcado interés por dar cuenta de… la ópera fuera de Santiago.

Evidentemente, los titulares engañosos y las mañas del periodismo periodístico rindieron fruto: durante estos días hemos visto a reconocidas actrices, actores y críticos teatrales hacer indignadas declaraciones en redes sociales. Más de alguno ha debido rectificar al enterarse ya sea a través de los propios protagonistas de la creación del proyecto o las evidentes declaraciones del subsecretario, del intencionado carácter general de la ley para incluir a todos los géneros.

Por lo pronto, un par de cosas de lo ocurrido estos días llaman la atención: ¿por qué Rodríguez, los cantantes líricos de la carta y todas las voces críticas vienen a aparecer recién ahora? ¿Por qué no se organizaron para participar de la construcción del proyecto de ley hace años atrás? Y por último, ¿por qué la insistencia de El Mercurio de hacer parecer la Ley de Artes Escénicas como un proyecto excluyente?

Algo si está claro: fácticamente, ingresar la indicación para que la ópera sea mencionada en los términos que plantea Rodríguez (y que implicaría ser el único genero especificado en detrimiento de, por ejemplo, musicales, teatro callejero, etc.), sería posible, aunque implicaría desandar el camino recorrido por el proyecto para realizar los ajustes presupuestarios necesarios que permitan transferir todos los fondos de asignación directa que llegan, por ejemplo, al Teatro Municipal de Santiago, para disponerlos en la nueva ley.

Porque no se pretenderá que con el mismo presupuesto que hoy existe para el proyecto de ley, se financie la ópera, ¿no? Es de público conocimiento que el presupuesto TOTAL del proyecto de Ley de Artes Escénicas –que financiará múltiples expresiones artísticas, incluida la ópera- es de 3.333.480.000 anuales. Es de público conocimiento también, que solo el Teatro Municipal de Santiago recibe vía convenio de parte del MINCAP (ex CNCA) $2.898.085.000 anuales, es decir, el 87% del presupuesto anual de una ley.

Con esto presente, el escenario creado por Rodríguez y El Mercurio, aquel donde la ópera, “la más completa de las artes escénicas» es una especie de cenicienta ninguneada y marginada por sus malvadas hermanas del teatro, el circo y la danza, luce -parafraseando a Radrigán- como un verdadero malodrama. No se puede pretender construir un relato victimista en 10 días y que te tomen en serio. Lo propio sería que los representantes de los sectores que hoy se sienten excluidos logren colectivizar sus voluntades para sumar algo más que cartas al director y periodistas practicantes. No lo hicieron en todo este tiempo y no sucederá ahora. Qué bueno entonces que, pese a Rodríguez, la ópera esté incluida dentro de la nueva ley.

[1] Jaques de la Brioche cita una presentación realizada durante el Primer Encuentro Nacional de Red de Salas de Teatro en 2017 que explicita quiénes son sujetos de financiamiento de la nueva ley, cuestión que da cuenta del interés embrionario por ligar a la ópera al proyecto que se discute en el Senado. Actualización 19/06/18.

Actor, Universidad Mayor. Magíster © Teoría e Historia del Arte U. de Chile.