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astucias del pensamiento

Con la ley de retiro del 10% de las AFP aprobada, Sebastián Pérez Rouliez escribe sobre un comentario que circuló por redes sociales, una astucia del pensamiento.

 

A propósito de la discusión sobre la ley de retiro del 10% de los ahorros de las AFP, circuló un comentario de esos que suelen transformarse en certezas rápidamente. El comentario decía algo así como que el retiro era una solución neoliberal pues supone trasladar una función del Estado (salir en ayuda de su pueblo) a los individuos, que ahora deben usar sus propios ahorros para salvarse.

Suena lógico. Si el neoliberalismo es la radicalización de la libertad individual llevada a todas la esferas de la vida, entonces que los individuos usen sus propios ahorros para la vejez es una solución neoliberal. Y si la solución al problema es más neoliberalismo, entonces lo que se profundiza es el modelo mismo, ¿no?

Decía antes que hay ciertos juicios, declaraciones o posicionamientos tan aparentemente lógicos que se vuelven ciertos, lógicos y verdaderos antes de que les alcance un primer flechazo argumental y terminen por demostrar que son antes que nada, astucias del pensamiento. Y todo bien con ello, el asunto es que una astucia del pensamiento refleja una mente habilidosa, pero no necesariamente una buena idea.

La pregunta es, ¿es tan así como que toda acción que implique la reiteración de una lógica dominante terminará finalmente por profundizarla? Si así fuera, entonces no quedaría más opción -para desmontar aquella lógica dominante- que elaborar una acción a contrapelo, ¿no? Pues bien, el mundo de las artes y también la política están saturados hace décadas por estas narrativas que llaman a la acción contrahegemónica, revolucionaria, disidente, radical, crítica, etc. Y sin embargo, la vida sigue igual.

Me va pareciendo entonces que la alteración de las condiciones de vida no sucede simplemente por una acción revolucionaria opuesta al orden (el orden neoliberal sabe habérselas perfectamente con las revoluciones). A veces una simple acción cotidiana que en otro momento no habría suscitado nada, como subir el pasaje del transporte o detener arbitrariamente a un ciudadano, termina por movilizar cambios estructurales.

En este sentido, cualquier acción tendría el potencial de habilitar las condiciones de posibilidad para generar cambios. Incluso una que no hace más que replicar y reiterar la racionalidad del modelo. Lo que determina el rendimiento y la potencia de esa acción parecen ser dos cosas: el contexto y la capacidad de jugar a favor con éste.

Tengo a mano un ejemplo con el fútbol: el equivalente sería ganar sabiendo que no se tenía mucho con qué hacerlo, pero aprovechando los descuidos del rival, forzando errores, entrando por las ventanas de oportunidad que quedan abiertas.

Hoy la derecha chilena vive la peor crisis política en treinta años fruto de la discusión de esta ley y por primera vez desde el retorno a la democracia, la orgánica del mercado privado de ahorro forzoso es impugnada transversalmente por la sociedad. Si fuera un partido de fútbol, me parece que por primera vez pareciera que se puede ganar, aunque en la izquierda juguemos mal. Total, el rival está metiendo todos los (auto)goles.

Imagen: Piñera y sus autogoles, EFE.

 

Actor, Universidad Mayor. Magíster © Teoría e Historia del Arte U. de Chile.