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Tal-Tal: la farsa del centralismo

Fuimos a ver Tal Tal, una obra que con un lenguaje escénico basado en el humor negro y la sátira, aporta una mirada crítica y aguda al centralismo, el abandono y la desigualdad.

 

Gracias al mediatizado y espectacular éxito deportivo de Alexis Sánchez, buena parte del mundo ahora conoce más menos qué es y dónde está Tocopilla: una ciudad puerto en el extremo norte de Chile de donde proviene el futbolista y donde además están emplazadas dos termoeléctricas altamente contaminantes.

Existe, sin embargo, otra ciudad, también ubicada en la segunda región, con poco más de la mitad de habitantes, hoy infinitamente más lejana del imaginario colectivo. Nos referimos a Tal Tal, pueblo que en otra época fuera parte del auge salitrero y que hoy ha devenido en enclave de la gran minería de relave.

Pero Tal Tal también es una obra de teatro de la compañía Limitada, que aborda, justamente, la historia de 5 padres y apoderados de dicha ciudad, que se reúnen en torno a una terapia grupal para superar el duelo de la muerte de sus hijos, todos suicidados en extrañas circunstancias que poco a poco se van develando, planteando la interrogante sobre cierta premeditación en los hechos ocurridos.

No obstante, estamos frente a una sesión terapéutica delirante, parte de un “programa de superación de duelo” hecho por el gobierno -al modo de una política pública- que invita a domesticar el dolor sin buscar comprender sus causas. El resultado de este absurdo, es la disposición de una abuela-dirigente social, a ser brutalmente golpeada por los hombres del grupo “con tal de llorar a la Nielsen”.

La puesta en práctica de dicha terapia corre por parte de la aparentemente única persona competente en el servicio de salud del lugar, cuyas estrategias de trabajo incluyen usar el “abrazo de contención”, “la pelota de la rabia” y otras imbecilidades que remiten instantáneamente a las soluciones de matinal televisivo, propias del pilarsordismo.

No cabe dudas que la fuerza narrativa en Tal Tal reside en su interés por establecer un crudo relato lleno de humor negro sobre el resultado tanto en los cuerpos, como en las relaciones y en el propio espacio-pueblo, del abandono y la eterna espera de quienes viven su vida al margen. No se trata, sin embargo, de una reafirmación testimonial de las consecuencias del centralismo: la obra convoca el anverso y el reverso de un país que alimenta su éxito internacional con la carne de sus ciudadanos, todo para instalar una duda permanente sobre los presupuestos con que se ha construido nuestra identidad nacional y como esta se derrumba conforme más nos alejamos del centro.

Se trata de un ejercicio de contraste entre las promesas de un futuro mejor y su desastroso resultado: cinco niños suicidados en misteriosas circunstancias. De aquí que se construya un relato hilarante donde cada uno de los cinco apoderados constituye un acento irónico de la mirada despectiva que se tiene de la vida en provincia: el cesante huaso y bruto, el carabinero esmirriado que no genera ni una pizca de respeto, la dueña de casa embarazada, el bombero con delirantes estados de lucidez y locura.

La puesta en escena pretende abrir otra escala de comprensión de lo que significa habitar el margen, sin caer en paternalismos y lloriqueos. Y este interés por no hacer concesiones con los propios afectados, responde a los distintos vectores que cruzan la obra: el ya mencionado humor negro, la crítica social y el drama.

Así se logra conformar un discurso de varias capas que deja abiertas entradas que funcionan como salidas y viceversa: la sátira social desenfadada se transforma en un íntimo espacio de revelación y reconocimiento de los límites para comprender por qué alguien se suicida; un súbito acontecimiento altamente dramático, el aparente sexto suicidio, solo hace aflorar el más execrable fascismo comunitario en contra del padre y vecino afectado, todo con tal de mantener unido al grupo que se ha parapetado en el consultorio para exigir el cumplimiento de sus demandas: que sus hijos muertos no sean exhumados.

Tal Tal es una impugnación a la violencia de las instituciones estatales y globales, pero también es una crítica a las propias lógicas de organización de la comunidad. Los cinco padres en el vértice de su dolor parecen no poder comprender que replicar las mismas estructuras que los oprimen, condena al fracaso cualquier reivindicación social.

«El fascismo, -recuerda un filósofo local-, no cayó por repudio moral sino por falta de éxito. La repulsión vino después».[/vc_column_text][/vc_row]

Ficha Artística

Dirección: Cía. Limitada
Dramaturgia: Bosco Cayo
Elenco: April Gregory, Verónica Medel, Ignacia Agüero, Juan Ananía, Jaime Leiva y Bosco Cayo
Relato: Rodrigo Pérez
Diseño: Camila Villegas y Boris Chain
Musicalización: Camilo Cifuentes y Matías Lasen
Producción: Alfonso Arenas
Duración: 70 minutos.

Actor, Universidad Mayor. Magíster © Teoría e Historia del Arte U. de Chile.