Telúrica anatomía de la memoria: Sobre los recuerdos que pasan por el corazón
Paula Jirkal Briones* escribe en Hiedra sobre la obra de danza contemporánea Telúrica anatomía de la memoria.
Telúrica anatomía de la memoria**, es una obra que recupera relatos y experiencias de mujeres torturadas durante la dictadura cívico-militar. Dicho eso, automáticamente imaginamos la cara ominosa de aquel momento, pero la pieza dirigida por Ana Barros nos permite entrar a lugares mucho más íntimos y esperanzadores, apreciando los lazos de sororidad que se crean entre las presas políticas en los momentos más rudos del encierro, porque entre tanto desgarro olvidamos que la dictadura creó en estas mujeres una gran capacidad de resiliencia que las ha acompañado en el largo camino de pasar de ser víctimas a sobrevivientes.
Si hay algo que no podemos negar, es que una parte importante de las creaciones artísticas en nuestro país se relacionan directa o indirectamente con lo sucedido tras la dictadura cívico-militar, ante esto, no es raro escuchar que tenemos que dejar de hablar del pasado para avanzar. Pero si sigue existiendo una continua necesidad de recordar o traer a colación dichos sucesos, es porque hemos hablado muy poco sobre el pasado y no deja de colarse en nuestro presente, nos lo recuerdan constantemente las grandes avenidas Jaime Guzmán y 11 se septiembre, los monumentos, los libros escolares que hablan de gobierno militar, los torturadores que caminan libres por las calles, los pactos de silencio y tantos otros sucesos.
Construir una memoria social requiere necesariamente acudir a las fuentes de la memoria, siendo estas los expedientes judiciales, testimonios y huellas corporales de las sobrevivientes. Cuestión que nos pone ante un tema complejo porque siempre hay quienes intentan deformar, ocultar y olvidar los sucesos históricos, sobre todo en un país con un gobierno ligado política, social y familiarmente al Chile dictatorial. Cómo resultado tenemos un país con un pasado fracturado sin procesos de reconciliación y reparación efectivo.
Equívocamente se dice que las chilenas y chilenos tenemos mala memoria, pero en Chile no hemos tenido el derecho de construir una memoria colectiva, no existe un reconocimiento real de quienes hicieron daño a las víctimas, los torturadores siguen ocultos porque la clase militar no se mezcla con la sociedad civil.
En virtud de esto, el arte juega un papel fundamental en los procesos de reconciliación. Con esto no quiero decir que se deba apuntar a generar un arte político, porque no es lo mismo el arte que la política. La política, está dentro de un campo de pensamiento científico, es un hecho de la conciencia que posee un lenguaje conceptual que apunta a construir una realidad lógica. El arte por su parte, es un fenómeno intuitivo, que posee un lenguaje de imágenes que construye una realidad estética. Por lo tanto, el arte tiene la necesidad de encontrar maneras creativas de contarle a las nuevas generaciones lo que pasó y en la obra de danza Telúrica podemos percibir justamente esto, pues la obra es de por sí una acción reparatoria, ya que utiliza los testimonios de mujeres ex presas políticas para que el elenco pueda hacerlos sonar en el ejercicio somático de encontrar esos relatos en las distintas partes de sus cuerpos.
La danza trabaja con un presente en constante movimiento, el cuerpo y su capacidad rítmica van narrando situaciones y construyendo paisajes por medio de las acciones corporales de sus intérpretes. Telúrica se ocupa de manera acertada de crear una danza de la memoria, una danza que sufre, que no olvida. Porque la memoria es ante todo un ejercicio corporal donde se recuerda con el cuerpo.
Es en este sentido que la obra pone a disposición del análisis del espectador tres cuestiones muy importantes: la primera es que es capaz de trabajar con un silencio en movimiento. En la obra el silencio es un espacio de sonoridad que habla por medio de las respiraciones y sonidos que emergen de un cuerpo que danza y retrata el dolor sin necesidad de las palabras. Este silencio es doblemente expresivo, porque es también metáfora de todos los silenciamientos de la historia, en una escena vemos incluso a la intérprete más longeva tratando de hablar sin llegar a emitir ningún sonido. También, cabe sumar que el sobrio diseño escenográfico es un juego de silencios; en la escena solo vemos un fondo y piso blanco, no se necesita de nada más para dejar que los cuerpos hablen.
La segunda, tiene que ver con que la obra logra retratar cómo el régimen pinochetista intentó ocultar las violencias sistemáticas por medio de la prensa y los medios masivos de comunicación. En una de las escenas vemos a Gabriela Neira y Alvaro Pizarro interpretar una danza desgarradora, disponiendo de un cuerpo mutilado y quebrado que intenta sobrevivir mientras de fondo logramos escuchar algunos programas de televisión de la época.
Por último, los testimonios que utiliza Telúrica de las ex presas políticas no hablan tan solo de los actos de tortura, sino que también, de esos espacios de luz y contención que forjaron las detenidas en el encierro. La obra de la compañía Atómicadanza construye un agujero en el tiempo por medio del cuerpo resiliente de las sobrevivientes. Para esto la memoria emotiva fue fundamental, pues todo acto de memoria implica la acción de recordar y recordar significa volver a pasar por el corazón. Telúrica nos baila recuerdos que se sostienen en la acción de acompañarse, de estar disponible para la otra como un acto que emerge en los espacios de mujeres en los cuáles se crean lazos que son indispensables para sobrevivir a los vejámenes de la tortura, porque ellas sobrevivieron, pero no solas.
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FICHA ARTÍSTICA
Dramaturgia: Marcela Sáiz y Ana Barros
Dirección y coreografía: Ana Barros
Elenco: Valentina Pavez Pizarro, Macarena Arrigorriaga, Gabriela Neira, Álvaro Pizarro
Diseño de escenografía y vestuario: Ana Barros y Javiera Severino
Diseño de iluminación: Javiera Severino Composición musical: Silvio Paredes
Diseño gráfico: Francisco Fábrega Audiovisuales: Cristóbal Sahr
Confección vestuario: Marta Bravo Producción: Javiera Severino
Asistente de dirección: Marcela Sáiz
Asistente de producción: Valentina Orrego Fotografías: Cristián Navarro
Registro audiovisual: Cristóbal Sahr
Prensa: Claudia Palominos
* Investigadora social. Licenciada y titulada de la Escuela de Trabajo Social de la PUC de Valparaíso y estudiante de la Escuela Preparatoria de Artes Circenses EPAC.
** Del 2 al 18 de agosto en el Teatro de la Universidad Finis Terrae. Viernes y sábado 20:30. Domingo 19:00.
Imagen:Cristián Navarro