La cuenta regresiva de Espacio Checoeslovaquia
La llegada del COVID-19 sólo empeoró las cosas al punto de considerar la posibilidad de arrendar o incluso vender el nuevo espacio que hoy está en etapas finales de terminación. En esta entrevista sus fundadores, Rodrigo Leal y Sebastián de la Cuesta, nos cuentan más sobre Espacio Checoeslovaquia y la condición crítica actual que aseguran, solo podrán resistir uno o dos meses más.
Desde su fundación en 2016 Espacio Checoeslovaquia se ha convertido en un punto de encuentro para el mundo de las artes escénicas. En cinco años han desarrollado una intensa actividad a través de un modelo poco usual de autofinanciamiento, que incluye arriendo de salas de ensayo, bodegas, realización de diversos talleres y un galpón donde se construyen escenografías para proyectos artísticos, empresariales, etc.
Sin embargo, el presente de Checoeslovaquia es complejo e incierto. El estallido social, que impactó a todo el medio teatral, supuso la cancelación de variados compromisos de realización escenográfica, lo que debilitó la economía de un proyecto que poco tiempo antes había dado un gran salto al trasladarse a un nuevo espacio más amplio y mejor equipado.
La llegada del COVID-19 solo empeoró las cosas al punto de hacer que sus socios consideraran la posibilidad de arrendar o incluso vender el nuevo espacio que hoy está en etapas finales de terminación. En esta entrevista sus fundadores, Rodrigo Leal y Sebastián de la Cuesta, nos cuentan más sobre Checoeslovaquia y la condición crítica actual que aseguran, sólo podrán resistir uno o dos meses más.
La última vez que estuvimos en Espacio Checoeslovaquia fue durante un conversatorio organizado por Bonobo Teatro con varias compañías y colectivos teatrales allá en Lo Encalada en Ñuñoa, ¿qué ha sucedido con Checo desde esa vez?
Al poco tiempo nos llegó una carta de la inmobiliaria a la que les arrendábamos diciéndonos que tendríamos que abandonar la propiedad. Después de mucha búsqueda contra el reloj apareció un espacio posible. Nosotros necesitábamos encontrar un lugar que cumpliera con lo que nuestro proyecto requería: emplazamiento, accesibilidad, hartos metros cuadrados, entre otros. La propiedad de Liszt en San Joaquín nos daba eso. Entonces diseñamos la edificación para optimizar su uso y construimos un nuevo espacio que permitiera seguir desarrollando la mayor cantidad de proyectos posibles, tal como lo hacíamos en Lo Encalada que, a todo esto, hoy es un espacio vacío tras la demolición.
Obtuvimos un crédito como empresa para comprar y construir un nuevo Checoeslovaquia. Comenzamos con la construcción, pero sufrimos un robo muy grande de nuestras herramientas, entre medio un socio se retiró, luego el estallido social y ahora la pandemia.
Hicieron una apuesta por construir desde cero un lugar -por lo que vemos-, bastante bien equipado. Cuéntenos más de eso, de la inversión que supuso y el objetivo a futuro.
El modelo de negocios que fuimos desarrollando en Ñuñoa nos permitió llegar al nuevo terreno con la claridad espacial de cómo equipar el nuevo edificio: salas de ensayo, oficinas, bodegas, talleres, residencias, cafetería y áreas comunes (lavadero, jardín, baños) y nuestro galpón de realización escenográfica. Todo esto gracias al apoyo de arquitectos y otros profesionales de la construcción, sumado a nuestro equipo de colaboradores, parte fundamental de este proyecto. De todos modos, el espacio aún no está acabado. Faltan aún muchas terminaciones en el interior del espacio, tanto en las salas de ensayo como en el resto del lugar.
La inversión la hicimos a través de la figura crediticia. Así pudimos efectuar la compra de la propiedad y la construcción, pensando este proyecto a 20 años plazo, lo que hace que esto sea un proyecto de vida. Tenemos el súper objetivo de sumar una nueva sala de presentaciones a la escena nacional que se agregue a todas las actividades culturales adicionales que se venían ejecutando en Lo Encalada y en lo posible en este nuevo espacio, integrar al vecindario con la actividad artística realizada por que habitarían permanentemente nuestras dependencias.
Sobre un objetivo a futuro, soñamos con que este sea un lugar para que los creadores y artistas lo hagan propio en un espacio abierto a la comunidad escénica y al barrio, con programas dirigidos a nuestras y nuestros vecinos. También soñamos con que algún día el ministerio nos escuche, nos conozca y observen nuestro modelo de gestión.
A propósito de eso, ya en Lo Encalada ustedes mantenían un modelo de sostenibilidad poco usual para el mundo de las artes escénicas, donde tiende a primar más bien el financiamiento vía fondos concursables o de asignación directa a través del Estado cuando se trata de un espacio institucional. Cuéntenos más de cómo funciona este modelo, cómo se financia/financiaría y cómo hasta antes de este contexto pandémico lograban mantener la rueda girando.
Desde el principio teníamos claro de que si queríamos desarrollar un centro de creación y residencias, nunca lo lograríamos postulando a fondos concursables. Entonces pensamos que si nos adaptábamos como una empresa al mercado liberal podríamos subsistir lo suficiente como para desarrollar nuestro tipo de proyecto que se consolida con los años, no con un fondo concursable como los que funcionan en Chile.
La nueva construcción fue pensada para continuar el mismo modelo: lograr financiarnos a través del arriendo de salas de ensayo y bodegas, así como las producciones escenográficas, talleres y gestión de diferentes coproducciones. Ahora, si bien nuestro modelo apunta a la sostenibilidad, todavía no alcanzaba para renunciar a cualquier tipo de financiamiento adicional. El problema es que la contingencia nos obligó a detener todo tipo de actividad que nos permita producir ingresos. Todo. Por ahora solo hemos podido continuar la construcción del nuevo espacio gracias a los créditos.
Cuéntenos más de la situación actual. ¿Cómo están con la llegada del COVID19? ¿Afectó el estallido social previamente?
Claramente nos vimos afectados, como muchos colegas e instituciones, ya que somos parte de un ecosistema cultural que siempre ha estado desvalido y ahora más que nunca está en crisis. Desde octubre a la fecha los proyectos de diseño, producción y realización escenográfica que teníamos en marcha, paralelamente a la construcción del nuevo espacio, fueron cancelados. Teníamos proyectos con la COP-25 y la APEC. Además teníamos proyectos artísticos y coproducciones que estábamos desarrollando.
Ahora con el COVID19 se sumó la cancelación de Lollapalloza, evento para el que estábamos desarrollando un trabajo escenográfico. Había también en carpeta varios proyectos de residencia que tendrían lugar en cuanto termináramos la construcción de nuestro nuevo espacio. Pero todo eso se redujo a cero. No tenemos solicitudes de diseño y construcción.
Hoy nuestra preocupación mayor es cómo mantener un equipo de trabajo con las condiciones económicas propias del contexto, y en lo posible, no acogiéndonos a la ley de protección de empleo. Así llegamos a un acuerdo de palabra con ellos para una reducción del sueldo sin tocar las imposiciones. Por otra parte los socios no recibimos sueldo hace meses. Por eso estamos en una situación límite.
¿Han tocado puertas? ¿Cuáles? ¿Qué les han respondido? ¿Tienen algún plan B?
Desde nuestros inicios hace cinco años que postulamos a muchos proyectos en plataformas culturales bajo el nombre de Checoeslovaquia, pero paradójicamente, siendo un proyecto cultural y artístico en su esencia, los únicos resultados positivos llegaron desde el ministerio de economía donde obtuvimos un fondo Crece. Como vimos que no sería fácil embarcarse en un proyecto de tales características, sin precedentes para ninguno de nosotros, transformamos las vías formales de postulación en estrategias que nos permitieran la adjudicación de fondos a través de proyectos de gran relevancia como laboratorios de dramaturgia y especialización de técnicos escénicos, entre otros.
Ahora con el nuevo espacio pedimos una audiencia en la Municipalidad de San Joaquín y tuvimos una buena recepción. El alcalde nos escuchó y empatizó con Checoeslovaquia, pero evidentemente el foco de la municipalidad está puesto en la crisis sanitaria que vivimos.
En el Ministerio de Cultura nunca nos han recibido. Por eso hoy nuestro plan B es arrendar o vender la propiedad, poniendo momentáneamente en pausa nuestro proyecto cultural.
¿Qué necesitan para lograr sortear esta crisis?
Lo primero es que el Estado establezca la cultura y las artes como un bien público, para que proyectos como el nuestro, que son parte de este ecosistema cultural sean beneficiados. Lo segundo y más real, es obtener un financiamiento parcial y progresivo que nos permita lograr ser un espacio verdaderamente sostenible en las artes escénicas, para que muchos artistas y creadores puedan desarrollar sus procesos creativos en un espacio que sientan propio.
¿Cuánto tiempo más creen poder aguantar?
Uno o dos meses máximo, luego, los recursos se acabarán y no podremos sostenerlo.