Cuando ella sentó a la belleza en sus rodillas y la halló amarga: teatro al revés
Fuimos a ver “Cuando ella sentó a la belleza en sus rodillas y la halló amarga”, obra que se presenta en el Teatro El Zócalo de la UDLA en el contexto del Festival Santiago Off.
Entramos por una puerta lateral del teatro, luego de escuchar la confesión de una joven sureña que asegura haber sido abusada por su abuelo y padecer un simulado cáncer terminal. Divididos en grupos, caminamos por los pasillos auxiliares del teatro, hasta llegar al escenario. Se escuchan pasos y voces. Ya en la oscuridad del escenario, desconocidos nos guían a nuestros asientos que componen dos filas de sillas, una mirando hacia la gradería del teatro, otra, hacia el telón del fondo. Justo en el espacio que queda al medio, aparecen lentamente micrófonos, botellas, una silla de oficina forrada en papel de diario y tres bancas con reclinatorios: asistimos a un funeral.
Cuando ella sentó a la belleza en sus rodillas y la halló amarga nos hace ingresar a un momento en la vida de Mona, una estudiante de teatro que ha decidido llevar al límite una mentira, siendo azotada de paso por recuerdos de su infancia, pesadillas y fantasmas del pasado.
La puesta en escena dirigida por Aldo Droguett juega a la desarticulación de los sentidos. El primer indicio lo entrega el título. Rolando Jara, Flavia Radrigán y Claudia Hidalgo le han puesto el nombre al texto a partir de una paráfrasis con el poema de Rimbaud “Una temporada en el infierno” (“Antaño, si mal no recuerdo, mi vida era un festín donde corrían todos los vinos, donde se abrían todos los corazones / Una noche, senté a la Belleza en mis rodillas. Y la encontré amarga. Y la injurié).
Ello nos indica el tono de lo que veremos en escena. La obra propone -con distintos niveles de eficacia-, un relato que, tal como el francés, poeta clave para Artaud y los surrealistas, busca la negación del sentido (el entendimiento) a partir de un juego de simultaniedad y fragmentación de la narración donde es crucial el procedimiento de reconversión del texto en imagen, y al mismo tiempo, la revaloración del peso de la palabra en la imagen.
El resultado es interesante, al menos en los primeros dos tercios de la obra, cuando va de la mano de una reapropiación del espacio escénico, pues durante su hora y algo, Cuando ella sentó a la belleza en sus rodillas y la halló amarga, trabaja bajo la lógica del desencuadre de la caja italiana. Eso significa que el público abandona la perspectiva clásica para dejarse conducir por diferentes lugares del teatro: del escenario a los camarines, de los camarines al baño y del baño a una nueva disposición de la escenografía, teniendo en cada nuevo espacio, un encuentro con diferentes situaciones que pueden estar dentro o fuera de la cabeza de Mona, haciendo que los espectadores pasen de ser simples observadores del devenir de su mentira, a cómplices voyeristas de sus recuerdos. El efecto resultante, es la dislocación de la realidad, ¿espectamos un sueño, un recuerdo o la realidad?
Ahora bien, durante su último tercio la puesta en escena evidencia algo que ya se intuye en un inicio: la posibilidad cierta de que la propia obra se extravíe. Eso es lo que sucede durante la secuencia en que, mediante una especie de teatro invertido, los actores se toman el espacio del público, y los espectadores, se mantienen en el escenario. En aquel momento enfrentados a una imagen recursiva en tres planos enmarcados por un cuadro negro, son patentes dos cosas, por una parte, que las imágenes también sobredicen y sobreexponen, por otra que la curva de rendimiento del diseño escénico fue de más a menos.
Y sea por la complejidad de la propuesta de Cuando ella sentó a la belleza en sus rodillas y la halló amarga o porque la dirección aflojó, también es visible el insuficiente rendimiento actoral del colectivo. En efecto, hay un tono corporal y una densidad narrativa que no termina de acontecer y que conforme se acerca el final, se vuelve cada vez más perceptible como deuda. Se trata de una especie de rigidez que impide el dominio y el uso libre de la palabra, algo paradójicamente fundamental en tanto que a mayor predominancia de la imagen, tanto mayor peso ha de tomar la palabra.
Cuando ella sentó a la belleza en sus rodillas y la halló amarga es una propuesta que en varios sentidos requiere una vuelta de tuerca a la estrategia de montaje y el refinamiento de sus formas, sin embargo, destaca en el total una puesta en escena coherente con su exploración y su interés por explorar las distintas posibilidades de la puesta en escena.
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Ficha Artística
Dramaturgia: Rolando Jara, Flavia Radrigán, Claudia Hidalgo.
Dirección: Aldo Droguett
Elenco: Daniel Araya, Marta Cárcamo, Daniela Fuentes, Brandon Gamboa, Zein López, Mikaella Poirrer, Milly Reuck, Karla Sánchez, Jonnathan Tiznado, Pascuala Ugarte, Braulio Vidal.
Diseño: Aldo Droguett
Música: Manuel Morgado
¿Cuándo?
Funciones
Viernes 22 y sábado 23, 20 hrs.
Teatro El Zócalo UDLA, Antonio Varas 880.
Precios
3.000 general