En el jardín de rosas: vejez y travestismo
Alejandra Araya fue a ver «En el jardín de rosas: sangriento vía Crucis del fin de los Tiempos» de la Cía La Niña Horrible, recientemente en temporada en el Teatro Camilo Henríquez. Destaca sobre todo la potencia de una obra que logra un ejercicio dialógico entre actor, escenario y espectador.
En el jardín de rosas, es una obra que desencadena una variedad de emociones en el espectador, pues retrata crudamente los sentimientos y estados que deambulan entre dos términos; la ancianidad y el travestismo. La genialidad con que se condensan pasiones, deseos, desgracia y la represión de sentimientos ocultos, emerge de la vitalidad con que los actores representan no sólo a un sujeto, sino a sentimientos provenientes de lo más íntimo y descarnado del ser humano.
La vejez enclaustrada se retrata como un momento de la vida en que existe una explosión emocional y un deseo de liberación, pues lo más claro que se percibe desde la butaca es una representación analógica entre la reclusión física de los ancianos en un hogar y el recogimiento de los sentimientos; latentes, enceldados en el cuerpo de la vejez.
La anciana recién llegada al asilo, representación de Lucía Hiriart, es el personaje que da condimento particular a la obra. Su malignidad transforma, de alguna manera, la vida y expresiones que tenían los demás ancianos que la reciben. Lucía al llegar, muestra una imagen de infortunio, vejación y humildad, cuya significación es captada ingenuamente por los ancianos del asilo, dejando entrever una noción de candidez de la ancianidad en condiciones de encierro.
En la construcción de los personajes y esa búsqueda sensible que persigue el teatro en sus representaciones, está la importancia de la obra, pues es fundamental que el espectador refleje significaciones e identidades al percibir arquetipos. Y en términos generales, aún para efectos teatrales, la visualidad supone una recepción en la que la construcción de estos arquetipos se integra en forma de representaciones sociales que se conservan en el imaginario de toda una sociedad.
Pero más allá de la constitución del personaje que se esté decodificando, independiente de las posiciones políticas, económicas o sociales del espectador; los códigos y las decodificaciones de “lo que se ve” son concepciones culturales tan reales y cotidianas que, de alguna manera, hacen sentido cuando al leer “vieja culiá asesina” en el respaldo de la silla de ruedas de Lucía, los espectadores sueltan una carcajada y se miran.
En palabras más simples, gran parte de los chilenos tiene conocimiento de Lucía Hiriart y su rol. Claramente no todos compartimos una misma visión sobre ella, pero socialmente tenemos conciencia de su variabilidad arquetípica, y esa versatilidad es la que presta total identificación. Cuando estos estereotipos se encuentran en la conversación callejera o en el teatro, crean pertenencia, risa, enojo o cualquier emoción, pero lo fundamental es el encuentro, pues éste remite a la pertenencia de una colectividad.
Los personajes, por su parte, representan con vitalidad y corporalidad la explosión emocional que mencionaba antes; el viejo que descubre su homosexualidad reprimida por años, el anciano fascista recalcitrante y admirador de Lucía, la anciana que olvida todo, la malignidad de Lucía y la soltura del travesti con VIH, se disponen como “bombas de tiempo” que pronto estallarán en un acto de liberación sensacional.
El histrionismo y corporalidad que articulan los actores es fascinante, de principio a fin y, son precisamente, la habilidad, el control del cuerpo, la voz y expresión los que construyen extraordinariamente sentimientos, emociones, conceptos e ideas propias de la sociedad.
En el jardín de rosas es una obra potente, vital y, por sobretodo, explosivamente emocional. Logra con creces la fluidez de ese ejercicio dialógico entre actor, escenario y espectador, cautivando las emociones desde su comienzo hasta el fin.[/vc_column_text][/vc_row]
Ficha Artística
Dirección: Javier Casanga.
Dramaturgia: Carla Zúñiga Morales
Elenco: Felipe Zepeda, Coca Miranda, Maritza Farías Cerpa , Gopal Ibarra Roa, Elisa Vallejos, Juan Pablo Fuentes, David Gaete, Claudia Vargas, Ítalo Spotorno, Sebastián Ibacache, Carla Gaete, Vicente Cabrera
Asistente de montaje: Diego Cubillos
Diseño escenográfico: Sebastián Escalona
Asistente de Diseño: Antonio Pradenas
Realización Escenográfica: Marco López
Diseño de vestuario: Elizabeth Pérez.
Música: Alejandro Miranda.
Producción: Daniel Alarcón, Bárbara Donoso
Fotografías: Rafael Fernandez.
¿Cuándo?
Funciones
5 julio al 2 de agosto
vi- sá 21 hrs
do 20 hrs.
Lugar
Teatro Camilo Henríquez