Los padres terribles: los monstruos saben ordenar la casa
Federico Zurita Hecht escribe para Revista Hiedra esta crítica sobre «Los padres terribles», texto del francés Jean Cocteau llevado a escena por Omar Morán.
Con Los padres terribles, de Jean Cocteau, texto de 1938, el director Omar Morán ha elegido, para su más reciente trabajo teatral, un texto que busca impactar al espectador con el despliegue de tensión e intensidad en el desarrollo de los giros de la acción. Ya antes lo hizo con Barrio Alto (Acasusso), de Rafael Spregelburd, y con Patas de Gallo, texto encargado a Luis Barrales a partir de una idea del mismo Morán.
En otras ocasiones, más que buscar la conformación equilibrada entre tensión e intensidad, ha priorizado por el impacto del contenido del testimonio, como en Perro suelto. Pero por sobre estas dos opciones dramáticas, el trabajo de Omar Morán se ha caracterizado por el cuidado en la construcción de una apropiada belleza escénica que, como parte de una estrategia teatral, pueda ser el soporte de la conformación de la imagen de un mundo monstruoso donde el abuso y la traición dan “orden” a las relaciones de poder al interior de la estructura social.
En Los padres terribles el público se encuentra con la conformación, en el espacio de la ficción, de dos hogares que contrastan entre sí. Uno es el espacio del desorden y el otro, del orden. La acción transcurre en un lavadero que paradójicamente está inmundo y también, a través de una sorprendente y armoniosa transición escénica, en una pequeña e impecable habitación.
Cinco personajes participan de la articulación de, por lo menos, tres indecentes triángulos amorosos que sirven de motor para que ocurran los engaños y las venganzas entre habitantes del mismo hogar o, más bien, de la misma comunidad social
El transitar de los personajes por estos espacios participa del intento de la obra de llevar a cabo una discusión sobre qué significa limpiar y ordenar el mundo que habita una comunidad dispuesta al engaño y la traición. Sin embargo, los causantes del desorden y del orden no se agrupan coherentemente para habitar el espacio acorde a sus pretensiones. Como resultado, las peripecias de la acción participan de la resemantización de los conceptos orden y desorden para evidenciar ante los espectadores que la monstruosidad necesita ir de punta en blanco para no mostrar su verdadero rostro.
El mundo está habitado por una espantosa familia compuesta por una desordenada madre enamorada de su hijo, por un decadente padre aterrado por la posibilidad de envejecer, por un hijo inútil que ha extendido la infancia hasta la edad adulta, por una tía obsesionada por el orden que aparenta ser la víctima de todos y por una muchacha en busca del amor.
Estos cinco personajes participan de la articulación de, por lo menos, tres indecentes triángulos amorosos que sirven de motor para que ocurran los engaños y las venganzas entre habitantes del mismo hogar o, más bien, de la misma comunidad social, dicho de un modo que permita pensar los significados de esta obra a partir de una construcción simbólica que (como en muchas ocasiones propicia el teatro) configure a la familia como metáfora de la nación. Con estas circunstancias, la resemantización de la idea de orden se va a concretar cuando el llamado a la limpieza sea formulado por el más grande e impensado monstruo al interior de este mundo.
El tenso avanzar por la acción desemboca en la intensa constatación de que fuertes y débiles gesticulan permanentemente para intentar ejercer poder sobre los otros, y que el orden del mundo es siniestro, no solo por su carácter monstruoso sino también por lo inesperado que resulta.
Con estas articulaciones estratégicas, Los padres terribles tiene más posibilidades de hablarnos de la sociedad en que vivimos que de las familias que conformamos. En un Chile que se imaginó a sí mismo como un país que vivía ordenadamente su transición a la democracia, la asimilación que esta obra dirigida por Omar Morán formula entre monstruosidad y orden, adquiere -para nuestra comunidad nacional- potenciales discursivos insospechados.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]
Ficha Artística
Dramaturgia: Jean Cocteau
Adaptación y Puesta en Escena: Omar Morán Reyes
Asistente de Dirección: Felipe Zepeda
Elenco: Antonia Zegers, Taira Court, Daniela Castillo, Marcial Tagle, Armin Felmer
Música y arreglos: Gepe
Diseño Integral: Taira Court y Omar Morán
Iluminación: Loreto Martínez
Gráfica: Felipe Court
Videos: Felipe Arancibia
Producción: Javiera Vio
¿Cuándo?
Funciones
9 de abril al 5 de junio (excepto 20, 21 y 22 de mayo)
vi – Sá 20:30 h
Do – 20:00 h
Lugar
Teatro Mori Bellavista