Ópera: la ironía de la representación
Consuelo Salamiá fue a ver «Ópera» de Antimétodo, la puesta en escena que cuestiona la tradición operática conservadora en Chile.
Por Consuelo Salamiá
A veces se nos olvida lo divertido que puede ser ir al teatro. Disfrazarse, jugar a ser otro, hablar otras lenguas, sentir lo disruptivo e insólito: personajes cometiendo errores, gritando, incluso tirando un vaso de champaña en la sala. El teatro como un espacio donde suceden cosas, donde el espectador puede sentir, llorar o aplaudir hasta que le duelen los dedos. Eso es lo que provoca Ópera, de la compañía de teatro Antimétodo, escrita y dirigida por Ana Luz Ormazábal.
Puede ser porque el montaje se propone quebrar todas las ideas que tenemos sobre la ópera, una de las artes más pulcras y contenidas, dentro de las artes escénicas. Desde el comienzo, la obra sorprende al tímido espectador, acostumbrado a cumplir su rol de “espectador”, pasivo y silencioso. No hay butacas, no hay comienzo, no hay un escenario. Solo un gran galpón que abre sus puertas a un gran espacio vacío desde donde cuelgan unos maniquíes con ropas solemnes propias de la ópera.
De repente, comienza la función sin darnos cuenta. Los actores entran a escena interpretando su papel de actores. Se trata de la compañía lírica Pantanelli que vuelve a presentar la obra Lautaro, luego de su estreno en 1902 en el Teatro Municipal. El origen de la historia es real y todo el tiempo la obra juega con la impostura del lenguaje extranjero, de cómo se ha forjado el mito del mapuche y sus conquistadores a partir de ficciones y formas escénicas que ni siquiera surgieron en Chile.
Como el teatro, la construcción de la realidad también es un relato y una representación que se puede disfrazar y alterar. Eso queda en evidencia en Ópera, con humor e ironía. En el primer acto, por ejemplo, denominado “La gesta absoluta”, los personajes representan el cuadro La creación de Adán de Miguel Ángel, con Guacolda y su hijo Lautaro. Una cita que representa el destierro, la separación del mapuche de su madre–tierra, y que es mostrada de esta forma para ironizar sobre el modo en que opera el arte escénico: a veces como otro artificio que cuenta lo que quiere contar.
La belleza de la ópera se expresa en el canto, particularmente en el segundo acto “El Mito”. Aunque se trata de un lenguaje extranjero es hermoso rescatar parte de la obra de Eliodoro Ortiz de Zárate, original de 1902. Pensar sobre nuestro patrimonio, nuestro lenguaje, nuestras formas. Creo que la obra también es valiosa por eso, por asumir un rol de “archivo” y revisión de la memoria.
Solo hacia el final se cuela en el lenguaje lo mapuche. En el acto “El destierro”, la obra se vuelve impenetrable, cantada en un idioma desconocido para la mayoría de los chilenos: el mapudungun. La reflexión en torno a la dificultad de la representación alcanza entonces el lenguaje: palabras que definen cosmovisiones y formas de entender el mundo. En ese sentido, este momento de la obra es único: se puede cantar ópera siguiendo la tradición italiana, pero el mapudungun solo es dominio de aquel que lo conoce. ¿Acaso podría ser esta una forma de resistencia para el pueblo mapuche?
Planteada esta reflexión en torno al juego del teatro y la representación, es consecuente que la obra se presente de esta forma poco tradicional. Exige a un espectador activo e interesado que se mueva junto a los actores, que persiga la obra. Por momentos, y dependiendo de la ubicación, el espectador solo ve fragmentos del escenario; el punto de vista es parcial, como el mito que se muestra. En Ópera se puede reflexionar sobre todo esto, asumiendo también, que toda representación tiene sus limitaciones y que reírse de eso, también es tarea del teatro.
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Obra vista durante mayo de 2017.
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Ficha artística
Dirección: Ana Luz Ormazábal
Dramaturgia: Ana Luz Ormazábal / ANTIMÉTODO, basado en textos de Lautaro de Eliodoro Ortiz de Zárate Composición Musical José Manuel Gatica
Performers: Esteban Cerda, Diana Carvajal, Nicole Sazo, Marcela Salinas, José Ignacio De Vries, José Manuel Gatica, Camila González, Orlando Alfaro, Mariela Mignot y Macarena Rozic
Diseño Integral: Toro
Jefe Técnico: Juan Anania
Asistente de Dirección: Diego Nawrath
Producción: María Belén Contreras
Training Físico: Diana Carvajal
Sonido: Gonzalo Aylwin
Gráfica: Ultrapop
Fotografía: Alexis Mandujano, Diego Chabolote Sancho, NAVE
Patrocinio: Escuela de Teatro UC, NAVE