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Festivales teatrales y municipios: una oportunidad para el desarrollo cultural

Por Arantxa Basaldúa Gajardo

 

Se terminaron las vacaciones, y con ellas, se fue enero, mes de festivales y auge de la “actividad cultural” en Chile de la mano de eventos como “Festival Santiago a Mil”, “Festival Santiago Off”, “Festival Quilicura Teatro Juan Radrigán”, “Festival Teatro de Buin” y “Festival Internacional de Teatro Comunitario Entepola”, entre otros. Todos en las distintas comunas de Santiago, e incluso algunos, con presencia en provincias y regiones aledañas.

Este año asistí, entre otras cosas, al Festival Quilicura Teatro, una instancia de organización municipal en la que vale la pena detenernos. Se trata de la tercera versión del festival de más larga duración de Latinoamérica, que se realizó del 3 al 27 de enero en Quilicura, Santiago. 33 obras de teatro que se montaron de manera gratuita en nueve sedes repartidas en la comuna.

Antes de seguir, vale hacer una aclaración: yo soy chilena, pero hace cuatro años que me encuentro viviendo y estudiando teatro en Córdoba, Argentina, por lo tanto, mi relación con el teatro chileno se da más que nada los veranos, en actividades como Santiago a Mil, Santiago Off o por el mero hecho de ir a ver una obra a alguna sala particular. Si bien, estas actividades son importantes y absolutamente necesarias, no me quiero enfocar en ellas sino en los festivales municipales que han alcanzado, en algunos casos, un nivel destacable.

Durante años nos hemos acostumbrado a entender la actividad de las municipalidades de manera pasiva, es decir, que cumplan con los requerimientos básicos que exige el funcionamiento de la comuna, como cambiar el foco que se quemó en alguna calle, arreglar el pavimento, regar el pasto, recolectar la basura, etc. Pero, ¿no es importante que las municipalidades se involucren en la gestión de la cultura?

Todos sabemos que la cultura nunca ha sido un tema trascendental en Chile, pero afortunadamente, hoy nos encontramos como respuesta instancias de festivales culturales, en donde la propia municipalidad se encarga de producir dichos eventos prestando espacios y recursos, difusión y otras facilidades. Sin embargo, las realidades son dispares.

También durante enero asistí al Festival Teatro De Buin, conocido por la comuna como “La fiesta cultural” de dicha localidad. Cinco días de teatro, danza, cortometrajes, música y literatura totalmente gratis. El espíritu de este festival es “generar conciencia social”. Por ello buscan obras que traten problemas sociales donde la creación sea original y se relacione de lleno con las temáticas sobre pueblos originarios En este contexto, estuve conversando con Alejandra Pérez de Teatro Entreparéntesis, compañía con 16 años de trayectoria que gestiona la realización del festival que este año tuvo su décimo segunda versión.

Alejandra me contó que la gente de Buin no va a ver teatro a Santiago. “No van a ver teatro de hechoy que es por ello que el festival busca descentralizar, dar la posibilidad a la gente de asistir al teatro dentro de su propia comuna. Es decir que si la gente no va al teatro, que el teatro vaya a la gente. A pesar de ello, el festival lleva 12 años realizándose de forma autogestionada y todavía no cuenta con apoyo financiero sostenido por parte de la municipalidad de Buin.

Aquí hay otro punto importante o de contraste, instancias que piden y necesitan un lugar y lugares que están pero no son utilizados de manera provechosa como es la situación del Festival Teatro de Buin. Hoy pareciera urgente exigir que las municipalidades se hagan cargo, que amplíen el horizonte de sus funciones y vayan un poco más allá de las cuestiones básicas fundamentales que requieren sus los barrios, es decir, que el municipio cumpla un rol en la promoción del derecho a la cultura.

En este sentido, no basta con aportar a la difusión para afirmar que se apoya municipalmente un festival, eso es solo una pequeña parte de lo que gestionar estas instancias implica. Si se dedica tiempo, recursos, gestión, pero sobre todo, voluntad, una nueva “era” de festivales municipales de gran nivel podrían tener lugar en nuestro país.

El caso de Buin me da pie para pensar en otras municipalidades como La Pintana, La Granja, San Bernardo, Ñuñoa, Peñalolen, Recoleta o La Florida donde, además, hoy existen centros culturales y teatros a los cuales sacarles provecho para promover y difundir obras teatrales todo el año y no solo las que viajan desde Santiago. Y no solo Santiago: pienso también en las municipalidades de San Antonio, Valparaíso, Puerto Varas, Castro, Villarica o Punta Arenas.

Una de las posibilidades hoy para potenciar y fortalecer la débil gestión pública y estatal depende del rol que las municipalidades puedan jugar más allá de la administración de necesidades comunales básicas, incidiendo directamente en el desarrollo cultural de barrios y organizaciones sociales. De que se puede, se puede. Este verano Quilicura lo dejó demostrado.