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Elisa Loncón

mirar al mundo para mirar lo local: el gesto inédito de Loncón

Sebastián Pérez Rouliez escribe sobre el gesto de Elisa Loncón al mencionar lo que hoy sucede en Canadá con el descubrimiento de cuerpos de niños indígenas enterrados.

 

El discurso con el que la ahora presidenta de la Convención Constitucional, Elisa Loncón, asumió su cargo, tiene la potencia de un conjuro: logra convocar fantasmas de los excluidos de ayer y las presencias marginadas del presente. Diversidad sexual, territorios, medio ambiente, feminismo, infancia y pueblos indígenas todas ingresaron, en un acto inédito, al centro del poder institucional del Estado en una ceremonia con una cobertura mediática total.

Pero parte de su potencia también se debe a una sincronía global. Vivimos un momento epocal donde lo “transnacional” no son solo megacorporaciones o grandes mercados de especulación. Son también problemáticas y luchas sociales transversales al orden capitalista moderno. Ninguna de las causas que mencioné anteriormente (Diversidad sexual, territorios, medio ambiente…etc.) es posible circunscribirla a un asunto puramente local. El feminismo, por ejemplo, tiene las particularidades de cada territorio, pero es una lucha aquí, en México y en Turquía.

La presidenta de la Convención tuvo esto claro al referirse a los pueblos indígenas y así lo expresó en su discurso: “Quiero expresar también mi solidaridad con los otros pueblos que sufren. Hemos escuchado por la información de la televisión lo que ha ocurrido con los niños indígenas de Canadá. Es vergonzoso cómo el colonialismo ha atentado y ha atacado el futuro de las naciones originarias”.

La presidenta del nuevo órgano de representación política emitió un discurso donde no solo reconoce el sufrimiento histórico de su propio pueblo, también reconoce el de otros pueblos indígenas, incluido uno a cientos de miles de kilómetros y del que se enteró por televisión.

Se podría pensar que no había necesidad, pues si bien las noticias de Canadá son tremendas, en Chile hemos vivido un proceso similar con la “Pacificación de la Araucanía” o el genocidio Selk’nam. Este era el sentido de una publicación que vi en redes sociales: afirmaba que no era necesario mirar lo que hoy sucede en Canadá pues bastaba ver lo que había sucedido con nuestros pueblos indígenas.

Plantear el asunto así es entendible en la medida que su función es notar la contradicción entre una indignación temporal por algo que sucede allá y no sentir lo mismo con lo que sucede acá. Sin embargo, a esa manera de formular habría que oponerle el giro que hace Loncón: precisamente porque hoy sabemos que no estamos frente a un fenómeno que se agota en lo local, porque sabemos que el racismo está detrás de los proyectos civilizatorios modernos en Canadá, EEUU, Argentina o Chile, es que hay que mirar al mundo.

Algo hay en común en las botaduras de la estatua del esclavista Edward Colston en Inglaterra luego de la muerte de George Floyd, la botadura de la estatua a la reina Victoria en Canadá por el descubrimiento de cientos de tumbas sin identificar de niños indígenas y la decapitación durante el estallido de la estatua del militar chileno Dagoberto Godoy en Temuco, cuya cabeza fue colgada en las manos de la estatua del guerrero mapuche Caupolicán.

A propósito de la crisis política que vive hoy Colombia, el filósofo Santiago Castro-Gómez ha afirmado recientemente la existencia de dos fallas estructurales del proyecto civilizatorio moderno: una generada por el propio capitalismo que ha terminado por oponerse al discurso igualitario de la modernidad en que tuvo su origen. La segunda falla es el colonialismo que ha supuesto la destrucción de culturas, para Castro-Gómez, “un acervo incalculable para la humanidad de saberes que ahora mismo nos vendrían muy bien”.

Ante el racismo que fundó la modernidad occidental, un antirracismo global emerge en respuesta. Visto así, la frase “la caridad parte por casa” pierde sentido. Quizás sea al revés. Quizás mirar la propia casa parta por mirar el mundo.

Eso parece decir el lúcido gesto de Elisa Loncón: sabe que el racismo es un fenómeno transnacional, por eso saluda a los niños indígenas de Canadá y con ello nos dice que para mirarnos, también hay que mirar al mundo.

Imagen: Elisa Loncón, EFE.

Actor, Universidad Mayor. Magíster © Teoría e Historia del Arte U. de Chile.