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Lauri y Lú: demoler el rito

Fuimos a ver “Lauri y Lú”, una puesta en escena escrita y dirigida por Ana Corbalán que muestra la historia de dos hermanos enfrentados a un cambio de casa que cambiará su relación para siempre.

Una amplia casa en calle Villaseca 2364, Providencia, es el lugar escogido para que Lauri y Lú, obra escrita y dirigida por Ana Corbalán, tenga lugar. Se trata de una puesta en escena que ha decidido ocupar este antiguo espacio para desarrollar la historia de dos hermanos que se encuentran la noche antes de su mudanza de la casa (pronta a ser convertida en departamentos) y su separación familiar.

Ambos llevan a cabo un ritual de despedida que es a su vez el punto de partida de una ficción en clave cotidiana: mientras Lú, ordena las cosas para el cambio, Lauri vuelve del trabajo con algunos insumos para la celebración de esa tarde-noche.

Durante el ritual -que comienza con una revisión del vasto anecdotario familiar en un álbum de fotos-, ambos hermanos ejecutan disparatadas acciones, como amarrarse con una soga, encender una vela roja y conversar en voz alta con la casa, además de instalar una bola de disco, repetir una hilarante coreografía y terminar llorando con In the air tonight de Phil Collins. En el contraste entre este demencial rito y el constante desencuentro entre los hermanos, podemos sospechar de una relación llena de callejones sin salida, falsos recuerdos y tabúes.

No accedemos a las razones de este acaecer familiar. Al contrario, la disposición melancólica de los hermanos entierra cualquier posibilidad de conflicto, imponiendo un ánimo ceremonioso y nostálgico por donde la puesta en escena transita a ritmo lento, carente de matices e intensidades.

En cambio, Lauri y Lú busca aprovechar las fortalezas del espacio escénico y su historia real (la aparentemente pronta demolición de la casa de Villaseca), afirmando con ello una mirada unívoca donde la inexorable diáspora familiar es el resultado del proceso de gentrificación. Pero esta dimensión, la más política de la obra, es también la más contradictoria, pues afirma que ambos hermanos –quienes viven en una de las comunas más ricas del país-, sufren de dicho proceso en uno de los barrios más acomodados de Chile.

Esta idea, aparentemente urgente de visibilizar, es antes necesaria de cuestionar en, al menos, dos sentidos: primero, porque la definición de manual de los procesos de gentrificación afirma la correlación entre el desplazamiento de las clases bajas ante la llegada de clases más altas cautivadas por el aumento del valor de uso del suelo, y sin embargo, en la obra la caracterización socioeconómica de los personajes (Lauri y Lú) no coincide con la de una clase subalterna desplazada. En ese lugar, sencillamente, ellos no son el otro. Entonces, ¿realmente el núcleo familiar en Lauri y Lú desaparece a causa la demolición de la casa de la infancia o es más bien la demolición el corolario de una separación anunciada (y no su causa)?

Segundo sentido discutible: la gentrificación implica más que el recambio de propietarios con mayor capacidad económica, como por ejemplo, la re-conformación de la actividad sociocultural del barrio. Entonces podemos afirmar que el aumento de la oferta cultural en un barrio también impacta en su valor de uso y de cambio (o sea, puede contribuir a la gentrificación). Dicho esto, cabe pensar, ¿no será regresivo el propósito de la obra montada allí? Mientras, urge repensar la idea de creer estar afuera de algo. Iniciativas culturales que dotan de desarrollo artístico al barrio pueden terminar reiterando la lógica de lo que denuncian. Eso es el neoliberalismo. Eso es nuestra época.

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Ficha Artística

Compañía: TÁIGUER FILMS
Dirección y dramaturgia: Ana Corbalán
Elenco: Carla Casali Escudero, Hugo Castillo Marchant, Luis Corvalán
Asistencia de dirección/ Arte: Isidora Tupper Behnke
Dirección de arte: Raúl Hott  Ubilla
Producción: Cristina Gómez Penna

Actor, Universidad Mayor. Magíster © Teoría e Historia del Arte U. de Chile.