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Red en Acción: OK NOT

Fuimos a ver «Red en Acción» de La Clandestino Teatro en Espacio CEAT, una obra centrada en dos temáticas: la enajenación causada por la explotación laboral y la soledad que generan las redes sociales. Acá nuestra opinión de la obra.

La interpelación directa al público ha sido uno de los modos en que el teatro durante el siglo XX ha intentando alterar o remecer la subjetividad del espectador. La apuesta es sencilla: romper la cuarta pared, desilusionar la representación tradicional e implicar al público. El problema de esta dinámica, más allá de que pueda resultar incómoda u ofensiva para el espectador, es que no pocas veces se ha dado bajo la ingenua pretensión del artista de creer que por que está arriba del escenario posee algún tipo de distancia privilegiada que le libera de la enajenación que denuncia, como si el tiempo de la vida no pasara por él.

Precisamente esto lo que sucede con Red en Acción de La Clandestina Teatro, una obra que pone en escena la vida de cuatro trabajadores de una tienda del retail decididos a rebelarse contra las condiciones laborales impuestas por su empresa. La reunión a la que asistimos, aparentemente espontánea, tiene lugar en la bodega de la tienda. Allí las y los vendedores –todos profesionales sin trabajo- cuentan sus desventuras económicas intentando encontrar en el camino un modo en común de encarar el problema y frenar la cadena de explotación de la que son parte.

Suena bien. Pero en realidad Red en Acción es una obra más preocupada de querer decirnos algo que de profundizar en el padecer de sus propios personajes, es decir, de visibilizar el cuerpo precarizado por las políticas neoliberales, instrumentalizado por la técnica y amenazado de sumarse al desierto global de subjetividades planas.

Así, al poco andar se hace evidente la fragilidad de una dramaturgia que no logra balancear ficción y discurso, dando como resultado un ejercicio cargado a la consigna, el cliché y los lugares comunes. La incapacidad de darle densidad discursiva a los ejes problemáticos sobre los que se sustenta la obra (precisamente la precarización laboral y la soledad en época de redes sociales de internet) da cuenta de una puesta en escena desorientada que confunde discusiones fundamentales y necesarias mezclando peras (el desarrollo tecnológico digital moderno) con manzanas (la instrumentalización de la tecnología por el mercado).

Así, durante poco más de una hora actrices y actores despachan frases presas de un reduccionismo digno de un tuit: “Somos la involución humana, estamos retrocediendo pero con tecnología”. “Estamos dominados por un aparato que cabe en la palma de nuestras manos”, etc. El repertorio de obviedades continúa con más y más frases de sentido común referentes a la necesidad de cambiar el estado de las cosas, incluyendo para ello una clase exprés de historia que pretende explicarnos –en 2016– el papel que juega el dinero en la sociedad.

La Clandestino Teatro no se resiste al catastrofismo de nuestra época y da rienda suelta al delirio apocalíptico  -reaccionario y conservador-, que ve en el uso de dispositivos móviles, el fin de la humanidad. No obstante, la peor parte está por venir: en determinado momento, al grupo de trabajadores se le ocurre hacer un video viral para continuar denunciando la situación que viven. Dicho video da pie para una interpelación directa al público –que se repite tres veces- mediante la pregunta de si estaríamos dispuestos a luchar y “hacer algo” hasta las últimas consecuencias para cambiar el orden las cosas.

Algunos en el público contestan, otros guardan silencio. El punto es que no hay punto. Resulta difícil aceptar, luego de tanta agua corrida bajo el puente, que una obra de teatro eche mano a recursos como este, intentando apuntar al propio pueblo que desea emancipar, cuestionando su falta de compromiso y su enajenación e instándolo a decir algo cuando la propia obra no tiene nada que decir.

La Clandestino Teatro necesita examinar con urgencia sus marcos conceptuales y sus intenciones político-estéticas. Bueno sería partir con una lección fundamental de sicoanálisis lacaniano: para liberarse de la ideología dominante el primer golpe no es contra el jefe ni el subalterno ni el otro, es contra uno mismo.

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Ficha artística

Dramaturgia: La Clandestino Teatro

Dirección: Sergio Poblete

Asistente de dirección: Valentina Torrealba

Elenco: Karla Aguilar, Rosa Araya, Omar Meza, Fiorella Schiaffino

Producción: Alejandra Catalán y La Clandestino Teatro

Diseño Integral: Camila Rebolledo y Andrea Soto

Diseño Gráfico: Bárbara Molina

Composición Musical: Tamara Miller

Actor, Universidad Mayor. Magíster © Teoría e Historia del Arte U. de Chile.