Lo que entendemos por «teatro comercial» es una construcción problemática por variadas cuestiones que podemos desprender tanto de su literalidad como de sus usos menos literales. Primero, podríamos decir que todo teatro es comercial en la medida que cobra una entrada, construye la expectativa de una ganancia y/o sostenibilidad, o simplemente se inserta en un sistema de circulación de mercancías culturales.

Por otro lado, sabemos que hasta hace algunos años la categoría nombraba un tipo de teatro que desplazaba groseramente los criterios artísticos por criterios de autosustentabilidad o ganancia. Un teatro que llegó a tener sus propias salas, directores y elencos y, por supuesto, temas: soleteronas, divorciados, viudos, divagaciones sobre el pene, la vagina, confesiones de caballeros, viejos chuchetas, etc.

Ese teatro va en franca retirada y lo cierto es que hoy es difícil diferenciar un teatro de «arte» de uno «comercial». No porque lo comercial haya desaparecido, sino porque ambos han sufrido una hibridación. Hoy una sala puede programar una rutina de standup comedy y al día siguiente, una obra de teatro sobre la inmortalidad del cangrejo en el contexto del capitalismo. Así mismo directores y directoras, actrices y actores se pasean entre los teatros y las obras de un tipo de teatro a otro.

Pero incluso ocurre que hoy no es posible definir con claridad qué es y qué no es una obra de teatro comercial. Y es que las lógicas mismas del marketing cultural en los propios teatros que antes declaraban su independencia de lo «comercial» hoy parecen incorporar los criterios de un teatro comercial de antaño, haciendo convivirlas con las pretensiones artísticas sin mayor contradicción.

Precisamente porque vemos un cambio por pensar, en este episodio intentamos abordamos estas cuestiones a través de esta conversación que partió por revisar la etimología y las implicancias de sentido más básicas al decir «teatro comercial», para luego dar paso a un recorrido por el pasado para darle densidad histórica a la discusión.

Luego, una revisión de nuestra actual cartelera para constatar las hibridaciones señaladas y los elementos que permiten afirmar esa disolución de una frontera clara. Finalmente, revisamos casos y nos preguntamos por la noción de «éxito», por la posibilidad de leer un mercado local y uno global en el que las obras de producción nacional apuntan a convertirse en productos de exportación.

Póngale play a estas hipótesis de bar, esta vez, sobre el teatro comercial.

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