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Los invasores Egon Wolff

¿Quiénes pactaron con los Meyer?

A días del fallecimiento del destacado dramaturgo Egon Wolff, recordamos el proceso de montaje de la obra «Los Invasores» dirigida por Víctor Jara. 

Octubre de 1963’. Se acaba de estrenar “Los invasores”, obra escrita por el dramaturgo Egon Wolff meses atrás y que ahora es dirigida por el actor, director teatral y músico Víctor Jara. El proceso ha sido difícil, y no precisamente por los problemas de producción habituales del teatro. De hecho, el elenco de lujo compuesto por actrices y actores de la talla de María Cánepa, Bélgica Castro y Tennyson Ferrada, permite confiar en que cualquier dificultad podrá ser superada.

¿Qué pasa entonces? Hay quienes desconfían de las implicancias de esta obra y lo han hecho saber. El tema es que la desconfianza viene del mismo sector, y no pasa porque la obra sea dirigida por un joven actor de 31 años –no podría, el talento de Jara ya está siendo reconocido-, sino porque el texto lo escribió alguien considerado extranjero por estas temáticas, un espigado burgués de linaje prusiano.

De ahí que Víctor Jara tuviera constantes problemas y llamadas del Partido Comunista pidiéndole que se retirara de la dirección de la obra. La versión la confirmó Wolff décadas después en la Revista Réplica. Efectivamente, los sectores más “comprometidos” no miraban con buenos ojos que un dramaturgo venido de la clase alta hablara de pobreza y lucha de clases.

Pero pese a toda esta presión, la obra se hace y cumple su temporada en la sala Antonio Varas durante las primaverales tardes de octubre. La crítica no se hizo esperar. La más conservadora fue esperablemente dura y miope: cuestionaron la calidad dramática de una obra “trasnochada”. Sus críticos, más acostumbrados a moralizar que analizar, simplemente destrozaron lo que no pudieron entender. Menos esperable resultó el fuego amigo de la prensa de izquierda, quienes realizaron –a los ojos de Wolff- “la peor y más virulenta crítica” que haya recibido en su vida, por precisamente, su procedencia socioeconómica.

Pero la vida a veces da revanchas: hoy a la crítica teatral la define la intrascendencia y el olvido, luego de pasar cinco décadas repitiendo la misma fórmula. Los invasores, en cambio, resultó ser una obra premonitoria, o que al menos, supo leer la efervescencia social de su época. Porque los 60’ fueron una década especialmente convulsionada para el mundo: con el antecedente de la revolución cubana en el horizonte, se sucedieron años de reformas (Concilio Vaticano II del 62’-65’, la reforma universitaria del 67’ en la PUCV, el mayo francés del 68’) hasta finalizar la década con la elección de Salvador Allende como presidente. Y si hay un año en que la pesadilla final de Lucas Meyer se hizo realidad, fue este.

Curioso que el burgués que hablaba de la pobreza lo viera venir todo casi una década antes. Curioso que su representación de la burguesía, -más culposa y llena de miedo- hoy haga más sentido que esa aparentemente tolerante, liberal y emprendedora. Será que nunca ha importado el origen si se tiene claro a dónde -y cómo- ir.

“Yo le escribo a la burguesía. Ellos detentan el poder en este país. La desorganización de la sociedad chilena constituida sobre bases injustas que no hacen feliz al hombre, que promueven el malestar del individuo, es responsabilidad fundamental de los que detentan el poder”, afirmó Wolff en una entrevista en Venezuela.

Es cierto que si continuamos la historia, tendríamos que hablar del triunfo de los Meyer, quienes dieron el golpe final e impusieron las reglas de un juego que jugamos hasta el día de hoy. Sin embargo, luego de años de transición democrática, la duda es, ¿quiénes fueron los que pactaron con los Meyer?

Actor, Universidad Mayor. Magíster © Teoría e Historia del Arte U. de Chile.