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Conejo: o la distopía extraña

Fuimos al Teatro Camilo Henríquez a ver «Conejo», una obra que, entre luces LED y velos italianos, nos muestra la historia de un joven que busca su identidad en los márgenes de la ciudad. Aquí la crítica.

 

Un joven transita por las calles de Santiago en las frías noches de invierno. Busca amor, compañía, sexo y a sí mismo. Viene perdido desde los arrabales de su población y llega a las calles del centro de Santiago tratando de encontrarse. En este viaje da con un cibercafé, un lugar que si bien tiene fachada de negocio normal, esconde tras sus puertas la posibilidad de diversos encuentros sexuales que acompañan la búsqueda de su identidad.

Conejo es el segundo montaje de la compañía teatral CreaCuerpo, con temporada en el Teatro Camilo Henríquez durante abril. La dramaturgia corre por cuenta de Denis Troncoso, David Gaete y Hernán Pereira, estos últimos dos, también se encargan de la dirección. El diseño escénico es de Koke Velis. Alejandro Miranda, por su parte, es el encargado del universo musical de la obra. Ambos, diseño escénico y sonoro, son puntos altos de la obra.

La puesta en escena se propone transitar entre las sensaciones de riesgo y peligrosidad que se supone, envuelven a este recinto lleno de computadores e internet. Aunque más bien, son las actuaciones y la dramaturgia las que, buscando esas sensaciones, deambulan sin rumbo claro entre acciones y palabras. Los actores parecen inseguros pues, en realidad, no parecen haber acciones concretas, sino más bien una marca de dirección que los obliga a transitar por un movimiento, un vaivén corporal que acompaña al texto. Este extraño cruce entre texto y cuerpo le resta concreción y ritmo al montaje, ya que todo se dice y se moviliza de una forma similar, hacienda de la obra una experiencia monótona y tediosa.

…tras la divagación poética aparece un cliché sobre la marginalidad y la homosexualidad.

Por su parte la división en partes que propone la dramaturgia termina siendo un factor distractor en la medida que cada fragmento no logra constituir un momento, pues tras el divagar poético aparece un cliché sobre la marginalidad y la homosexualidad. Esto puede suceder porque las imágenes que se buscan construir son asociables a una idea o preconcepto de lo sórdido y/o lo underground muy asimilable, por ejemplo, a cierto tipo cine con películas como Requiem por un sueño o Trainspotting. Ejemplo de esto es la escena de sexo entre dos hombres en el sucio baño del cibercafé mientras reflexionan -poéticamente- sobre la vida y la muerte, el intento de aborto de una mujer en un baño público, la alusión a la inhalación de cocaína en la calle, etc.

Por otro lado, la idea de una realidad distópica contemporánea que sucede dentro o en los alrededores de un cibercafé del centro de Santiago resulta extraña y atemporal. Esta propuesta estética a lo Tron -con vestuarios cubiertos de luces LED- podría ser verosímil si la acción se desarrollara en otra época donde costara más imaginar que algún día podríamos prescindir de cables, tener teléfonos inalámbricos o pantallas touch.

Lo que más llama la atención en Conejo es el exceso que propone el diseño escénico: las ya mencionadas luces LED y las proyecciones de video sobre un velo italiano que ocupa el primer y segundo piso de la escenografía. Ahora bien, aquí también cada una de las partes funciona individualmente, pero juntas suman a la confusión pues no modifican la acción de la obra, ni logran dar cuenta de un discurso o posición ideológica. Funcionan en cambio como un atractivo visual, lo que hace que uno se pregunte ¿cuál es la razón para que todas estas capas coexistan?

En Conejo, podríamos rescatar –con defectos y virtudes- la búsqueda de un lenguaje, tanto dramatúrgico como escénico. Ahora bien, sería interesante repensar la verosimilitud de la distopía propuesta en la actualidad y sus efectos, para que no quede la sensación de una obra que se entrampa en la superficialidad de una primera lectura.

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Ficha artística

Dirección Artística: David Gaete
Co-dirección: Hernán Pereira
Dramaturgia: David Gaete, Hernán Pereira y Denis Troncoso.
Elenco: Belén Blaise, Constanza Espinosa, Natalia Fiamengo, Adrián Salgado y Javier Varas.
Diseño Escenográfico: Koke Velis
Pintura Escenográfica: Lissette Gaete
Difusión: Belén Blaise y Javiera Molina
Creación Musical: Alejandro Miranda
Producción: Pablo Cornejo

¿Cuándo?

Teatro Camilo Henríquez.

Vie – sáb  20:30
Do 20.00

Hasta el 1 de mayo.

Actriz. Diplomada en Gestión Cultural por la U. De Chile.