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Silencio en el Chiflón

Fuimos a ver “Chiflón, El Silencio del Carbón” de la compañía Silencio Blanco. A través del uso de marionetas hechas por el mismo director de la compañía, la obra nos cuenta la historia de un joven minero que se ve forzado a bajar a la galería del Chiflón del diablo en Lota para no perder su trabajo. Un trabajo muy preciso y a ratos conmovedor pero más bien monótono e ingenuo.

 

 

Silencio, mucho silencio en la galería del Chiflón del diablo en Lota. Un joven minero debe aceptar un trabajo en el sector de peor reputación de la mina donde las condiciones de trabajo son precarias. Es una bajada por largas y riesgosas escaleras para extraer el carbón pedido por su patrón, mientras en su casa, la madre hace las tareas diarias sin olvidar que su hijo está dentro de la mina, suceso que tiñe de angustia su diario vivir.

La obra, a través de un trabajo preciso y sensible, establece una cotidianeidad que permite ver a verdaderos humanos en miniatura, pequeños seres blancos sin detalles de rostro, portadores en sus cuerpos de las duras condiciones que atravesaran los mineros desde los tiempos del Chiflón del Diablo hasta hoy. Sus familias, que esperan y acompañan en este duro trabajo, se reflejan en la madre y su rol al recibir a su hijo todos los días con comida, abrigo y un abrazo, como sabiendo que, quizás, al día siguiente no volverá de la mina.

La compañía realiza un trabajo muy preciso en cuanto a la manipulación de las marionetas, lo que se nota en la preocupación por los detalles, pues no sólo se movilizan los cuerpos, sino también se despliegan artefactos escénicos de simple manufactura pero fundamentales para el relato. Así, por ejemplo, la madera abandonada y envejecida remite directamente a  la mina de lota, estando presente en cada lugar que habita el minero y su madre.

Por otra parte, la obra instala un universo sonoro particular sincronizado con las acciones de las marionetas, conmovedor y original, sin embargo, este no logra acoplarse con el total de la obra pues en ciertos momentos se desarrolla en silencio y excesiva oscuridad, lo que termina pasando la cuenta en tanto el escenario exige algo sonoro que permita teatralidad y fluidez de la escena.  Así, los cincuenta minutos de la obra podrían no pesar lo que pesan.

La dramaturgia propuesta por la compañía es sencilla. Y a pesar de lograr mantener nuestra atención frente a la simpleza narrativa de cada escena, esta tiende a volverse monótona a ratos, haciendo que los episodios no progresen sino hacia la escena final. Con ello el trabajo de las marionetas parece poder leerse desde otro lugar: en ciertos momentos que la obra trabaja escenas priorizando la emoción del espectador, antes que el desarrollo y profundización de la obra.

Cabe entonces preguntarse por la contingencia de una obra como esta en el panorama actual, pues detrás de lo que parece una obra de marionetas para niños, se esconden temáticas necesarias de exponer. Chiflón parece superar la primera barrera técnica: el juego de marionetas logra ser recepcionado por el público sin resistencias, pero en ese proceso la dramaturgia parece ceder en su potencia y la obra pierde claridad.[/vc_column_text][/vc_row]

 Ficha Artística

Dirección artística: Santiago Tobar
Elenco: Felipe Concha, Dominga Gutiérrez, Emiliano Rojas, Consuelo Miranda, Claudio Espinosa
Sonoridades: Ricardo Pacheco
Ilustraciones: Carolina Díaz
Producción y comunicaciones: Dominga Gutiérrez y Camila Andrade
Duración: 50 Minutos, sin intermedio.
Disciplina: Teatro de Marionetas

Actriz. Diplomada en Gestión Cultural por la U. De Chile.