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The Tempest: Shakespeare viste algodón

Claudia fue a ver «The Tempest» de la compañía coreana Mokwha Repertory. Acá sus comentarios sobre la obra.

De entre las más blancas nubes surge una embarcación perdida. Al sonido de tambores los hombres de mar cumplen con sus tareas y lo hacen danzando. Pero esta aparente calma no dura mucho, pues una tormenta acontece súbitamente. Así se da inicio a la obra adaptada The Tempest bajo la dirección de Oh Tae Suk, fundador de la compañía coreana  Mokwha Repertory.

Esta compañía se caracteriza por introducir elementos de la tradición oriental a obras occidentales, y esta vez es el turno de la obra de Shakespeare, La Tempestad, la cual se ve invadida por la estética y costumbres de una Corea del siglo V a través de la incorporación de la novela histórica Crónicas de los tres reinos.

El resultado es una historia que fluye muy orgánicamente. Como consecuencia se conserva en la obra dirigida por Tae Suk la relación jerárquica entre los personajes del drama del autor inglés, a lo que se suma la tradición e historia coreana.  La enemistad entre el desterrado duque de Milán (Próspero) y el rey de Nápoles (Alonso) se transforma, en esta adaptación, en la sed de venganza del legítimo rey  Zilzi hacia el rey Zabi. Siguiendo estas líneas, el resto de las piezas siguen encajando. Es decir, tras la tormenta provocada por el exiliado rey, la embarcación de Zabi y sus hombres naufraga en la isla desierta a la que Zilzi fue desterrado, la cual habita en compañía de los espíritus de la naturaleza, su hija y un esclavo.

Desde el primer momento esta puesta en escena logra sumergir al espectador en el universo propuesto por Tae Suk, se trata de una convención en la cual todo tiene una apariencia ondulante y suave, como hecho de algodón. Valga decir además que el nombre de la compañía significa “Repertorio de Algodón”, apropiado nombre para una compañía que logra llenar un inmenso escenario vacío con un abanico de tiernos recursos sumamente estimulantes, tanto visuales como auditivos, y ocasionar una sensación prolongada de paz.

Curiosamente, esta delicada estética se mantiene incluso en situaciones de naturaleza agresiva. El primer ejemplo lo vemos al comenzar la función. La tempestad y el incendio que la sucede, componen uno de los momentos más memorables por sus cualidades estéticas que remiten a la tradición asiática. Estos nefastos acontecimientos son dibujados en escena a modo simbólico. Nubes, telas, abanicos, tambores y cantos se suman a una ágil coreografía para crear la imagen de la hermosa catástrofe.

Otro caso de tierna maldad es el esclavo deforme que la tradición occidental ha conocido como Calibán, quien para esta adaptación se transforma en un mutante bicéfalo, y así lo nombran los otros personajes: el bicéfalo. Esta criatura, lejos de ser terrorífica, despliega belleza tierna y gracia. Se trata de un dúo, dos personajes que, por una deformación de nacimiento, son obligados a estar juntos a pesar del mutuo desagrado. El más pequeño vive en el pecho del hermano, y con sus minúsculas manos y voz crea un contrapunto a su temperamento iracundo.

Continuando con los aciertos, la magia, acarreada desde la obra de Shakespeare, es un elemento encantador de la obra que la puesta en escena de Tae Suk maneja muy bien. El rey Zilzi es un estudioso de la magia taoísta y por ello, maneja todo y a todos a su antojo. Para ilustrar su poder se crean convenciones a través de movimientos extra-cotidianos, máscaras y conversaciones estáticas. Estas son características de la tradición coreana: elementos sorpresa, maquillajes exuberantes y uso de la espectacularidad con vistosos elementos.

Quizás por estos elementos, el público rápidamente crea una relación con los personajes, se sumerge en la fantasía y no duda en hacer clara demostración de esta empatía con intensas risas. Vale mencionar el momento que se vivió luego de que el Rey Zilzi hable por primera vez al público y pregunte “¿Qué hago?”, el español precario del actor ocasionó risas eufóricas que terminaron de convertirse en aplausos. Esta ventana en la cuarta pared  se abrió también en la escena final, anunciándonos que la obra está por culminar: “¿Amigos, cómo estuvo mi magia? ¿Les gustó?”, a lo que el público, encantado, responde a modo de coro, “¡Sí!”

Este “Sí” es muy agradecido por la compañía, quienes ofrecen a los asistentes una reverencia mientras reciben los aplausos. Esta compañía logra demostrar la naturaleza versátil de la obra de Shakespeare con esta algodonada adaptación. Y si bien cabe preguntarnos la importancia o la vigencia de los temas que aborda, cumple con las expectativas de un público que busca maravillarse.

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Ficha Artística

Dirección Oh Tae Suk
Diseñador de luces Lee Kyung Chun
Músico Cha Da Hye
Elenco  Chung Jin Gak,  Song Young Kwang, Kim Jun Bum, Yoon Min Young, Jung Ji Young, Yoo Jae Yeon, Chun Seung Mok, Cho Won Jun, Lee Jun Young, Kim Bong Hyun, Bae Gun Il, Komodo- Park Ji Hun, Lee Byung Yong, Lee Bo Mi, Park Bo Bae