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Argentina: cincuenta días sin teatro

Arantxa Basaldúa escribe en Hiedra desde Córdoba para contrastar posturas en la persistente discusión del teatro online pasados ya los cincuenta días de cuarentena.

Arantxa Basaldúa Gajardo
Estudiante Vº año Teatrología UNC
integrante del IAE, Buenos Aires

 

Más de cincuenta días han pasado desde que se decretó la cuarentena obligatoria en Argentina. Ya es sabida la discusión que embarga al teatro en esta situación. Con el pasar de los días ha surgido, en distintas partes del mundo, la opción del “Teatro online”, a su vez, distintas instituciones han decidido liberar obras ya estrenadas en formato digital para su consumo teniendo una excelente aceptación por parte del público. Muchas de estas obras tuvieron una cantidad de reproducciones que excedía por muchísimo el número de espectadores que tuvieron mientras estuvieron en cartelera.

Tanto en Argentina como en Chile surgió la gran pregunta “¿Es el teatro online teatro?” Diversos son los debates que ha despertado esta pregunta. Existe, me atrevo a decir, un conservadurismo tremendo por parte de nuestro campo a la hora de discutir sobre nuevas prácticas teatrales, por lo cual no me sorprende, en lo absoluto, su férrea respuesta con un NO a tal pregunta, o más bien, el negarse directamente a discutir sobre este tema.

En una conversación con Gonzalo Marull, dramaturgo y director cordobés, me manifiesta que el problema no radica en nuestra práctica, sino en su pedagogía. Tenemos una pedagogía de la respuesta y no de la pregunta. Es un problema pedagógico, no teatral. El problema está en la docencia, no podemos hacer una docencia de la certeza en una práctica que está todo el tiempo transformándose como el arte.

Sin embargo, me parece que la discusión va más allá de si algo es teatro o no. Vale hacer la aclaración en la diferencia entre “teatro filmado” y “teatro tecnovivial”. El primero corresponde al registro de una obra ya estrenada que es subida a una plataforma online para poder ser vista. La segunda en cambio, tiene que ver con un teatro que ha sido pensado para incluir como dispositivo el soporte que utiliza para su transmisión en vivo. Un ejemplo de esto es el teatro por Zoom que en Chile se está desarrollando con mayor ímpetu.

Aclarado esto, puedo decir que ninguna de estas dos prácticas que se están dando en la actualidad corresponden a teatro en sí, por lo tanto, no reemplaza a lo que hasta hoy conocemos como teatro propiamente tal. Superada esta cuestión, me gustaría cambiar el enfoque de esta simple discusión. Parafraseando a Mauricio Barría con su pregunta “¿Qué crítica para qué teatro?” La pregunta debe ser entonces ¿Qué teatro para qué contexto?

Bajo esta premisa, ¿es entonces el teatro filmado o tecnovivial una opción para esta coyuntura? Claro que sí. En un contexto mundial, en donde nos vemos privados de reunirnos con un otro, de juntarnos, de abrazarnos, en donde el teatro se ha visto obligadamente suspendido, el teatro virtual llega como una posible solución a este problema. Esta nueva modalidad ha permitido que la gente pueda acceder a contenidos por vía multimedia que antes no tenía a su alcance, ya sea por encontrarse en otra región geográfica, por no disponer del tiempo para asistir, hasta por no poseer los recursos económicos para tal evento.

¿Es este el reemplazo definitivo del teatro? Por supuesto que no. Que algunos extrañemos desesperadamente el convivio, esas ansias de reunirnos, no hará más que favorecer la vuelta al teatro.

Diego de Miguel, director y profesor de teatro platense, afirma que “el teatro filmado no resuelve el problema, es cine, y del malo. El teatro filmado no es más que una pálida evocación del acontecimiento vivo, es un deslucimiento la experiencia filmada de la experiencia viva”.

El teatro online, por ende, llega como paliativo a esta ausencia total a la que se vio sometida el teatro, pero no logra, en ningún punto, ser la solución a este problema. Es irrisorio querer buscar hoy una respuesta concreta a la problemática que estamos atravesando. No podemos hacer teatro y ya. La respuesta fervorosa es que vuelva el teatro, que vuelva el acontecimiento convivial, a pesar de ello, esta pandemia no lo va a permitir en un largo tiempo.

En Argentina hace un par de semanas se publicó un artículo titulado “Reinventar el teatro” por Juan Coulasso que sostiene que el teatro debe dar una respuesta artística como salvataje para el mundo en este contexto. A lo que yo me pregunto ¿Es el teatro una especie de Superman acaso? ¿Tiene el teatro que “salvar” al mundo de esta adversidad que estamos atravesando?  ¿Le corresponde al teatro sentarse a pensar qué sentido le vamos a dar a lo que está sucediendo? Lo cierto es que no podemos realizar futurología sobre qué va a pasar o no con el teatro de aquí hasta que esta situación culmine. Y tampoco es el teatro, en esta visión romantizada que se tiene de él, el gran salvador de nuestras vidas.

Intuyo, en algún punto, que no es nuestra tarea salir a dar un sentido lógico a todo esto, no podemos, nosotros como teóricos, actores, docentes, dramaturgos, estudiantes, etc, otorgarle un sentido a algo que no lo tiene en ninguna arista.

María Fukelman, Doctora en historia y teoría de las artes, se pregunta ¿qué estrategia vamos asumir para sobrevivir? Y es esta, otra de las grandes preguntas que rondan en estos tiempos pandémicos. No podemos hacer teatro, pero algo tenemos que hacer. Es aquí cuando nos tenemos que detener a reflexionar y girar el problema. La discusión primaria reside realmente en qué efectividad tienen estas nuevas prácticas que están surgiendo, qué es lo que proponen y de qué forma.

La pandemia llega, una vez más, a ratificar la especificidad de la práctica teatral y nos advierte sobre el fracaso inminente de la virtualidad. Rafael Spregelburd dice que en la limitación está la técnica, por tanto, la búsqueda de un nuevo camino.

Más de cincuenta días de cuarentena obligatoria, cincuenta días sin teatro. La búsqueda de un nuevo camino se hace apremiante, pero la gran interrogante a la que todos nos enfrentamos hoy, es la misma que se hace la obra de teatro cordobesa Recetaria hace un par de años: ¿Cómo componer algo cuando está todo descompuesto?

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Imagen: parodia muy pertinente del «Nighhawks» de Edward Hooper en tiempos pandémicos.