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El Embajador: un acto de sensatez

Alejandra Araya fue a ver «El Embajador», una obra que trae a escena la labor desarrollada por Frode Nielsen en la embajada de Noruega en Chile salvando a cientos de personas de la dictadura.

 

“¡Sensato he sido siempre, obediente nunca!” exclamó Frode Nielsen, el embajador sueco en Chile durante la dictadura militar de Augusto Pinochet. ¡Qué espectacular síntesis reúnen las primeras palabras de este párrafo!  Desde luego, no es fácil retener los diálogos de una obra de teatro, pero la exclamación de El embajador se queda tan patente y demuestra tan fielmente su pasión por refugiar y salvar a tantos perseguidos políticos que, de alguna manera, ofrece una actitud frente a los insondables caminos de la vida.

Esta obra, que se presenta como un documental, utiliza un repertorio riquísimo en su puesta en escena que se identifica en los primeros minutos de la obra, cuando la proyección de una breve cinta muestra un barco de papel chocando con las piedras de  la orilla de un río, mientras dos pies desnudos se acercan a su encuentro. ¿Qué podría significar esta estrechez? y, si además, relacionamos la escenografía compuesta sólo por maletas que son montadas una y otra vez por los mismos actores para cambiar de escena, ¿qué argumento podríamos percibir en la conexión de estos recursos?

Probablemente, el barco de papel recalando represente la llegada a un nuevo destino, a una nueva tierra, en la que dos pies descalzos encuentran a esta nueva venida. Sin embargo, esta unión tendría un germen carente, inseguro, a manos del desamparo y desabrigo de aquellos pies desnudos, que tan míseros, como tan fuertes y móviles, iniciarían un nuevo caminar. Sin duda, la llegada de Nielsen entabló un nuevo rumbo en la historia de los chilenos asilados en la embajada de Suecia durante la dictadura.

Los viajes siempre son experiencias importantes, los viajes son movimientos que renuevan el alma, que inundan de novedad, de alianzas y conocimientos. En El embajador estos viajes son representados a través de las maletas, como también es posible interpretarlos cuando el personaje de Nielsen, a sus 92 años cuenta su experiencia en Chile y abre una de aquellas maletas en la que encuentra un remolino pintado de blanco, azul y rojo, acompañado del sonido de un llanto pueril; un Chile triste pero mecido y cobijado por sus brazos. A su vez, el molino representaría el movimiento, el cambio, las vueltas, el ir y venir de la vida, el destino de los asilados chilenos junto al embajador.

Otro simbolismo se podría identificar en las características del vestuario: mientras “el embajador” viste de blanco, los asilados lo hacen en un tono marrón, lo cual, evocaría la pureza y paz entregada por Nielsen y un color que reagruparía a los asilados en un sentido de pertenencia e igualdad de posiciones; todos necesitaban la misma ayuda del embajador, todos eran igual de importantes, todos estaban igual de desamparados.

La obra se dispone con Frode Nielsen en una edad anciana contando su historia pasada en Chile, cuál abuelo cuenta un cuento a su nieto. Esta forma de articular la obra, es una herramienta que tiene por propósito evocar la memoria y ¿cómo podemos aproximarnos al recuerdo? ¿Cómo hacer que el pasado, hoy, sea significativo? ¿Cómo detonar las sensaciones del desamparo, de la tristeza, pero a la vez, de la fuerza, igualdad y unión?

Revisar el pasado traumático de Chile, nos incita a lidiar con la memoria de un país y nos exige hacernos cargo de ese pasado. En este sentido, El embajador es una representación de ese compromiso social, cuyo origen brota desde aquel acto de sensatez y no de obediencia; la memoria es sensata, no obediente.

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Ficha Artística

Director: Rodrigo Malbrán
Dramaturgia: Andrea Gutiérrez
Elenco: Patrick Børjesson, Pinar Ciftci, Ibrahim Fazlic, Lina Taule Fjørtoft, Haflidi Arnar Haflidason, Marie Hafnor, Jon Vegard Hovdal, Andrea Nordvik Jervell, Cengiz Magnus Sicakkan Nereid, Mathias M Rydjord, Vilde Søyland, Henrik Roshauw Tidemann, Erlend Haugen Vikhagen, Anne Bertelsen Wiig
Asistente de dirección y Diseño de vestuario: Romina Rodríguez
Diseño sonoro/ música: Asgeir Skrove 
Diseñador de escenografía Eduardo Jimenez
Co-producción Embajada de Noruega en Chile y Universidad HINT
Crédito fotos: Jorge Sánchez