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El taller: “nadie se va de viaje sin despedirse de su familia ni llevarse un calcetín”

Soledad Figueroa fue a «El taller» de la compañía La Pieza Oscura. Acá su análisis de una de las obras necesarias de volver a ver.

Por Soledad Figueroa Rodríguez

La princesa entra por la puerta de la ratonera buscando a los ratones. Por cada roedor encontrado emite un grito desde el fondo de las entrañas que corta el aire en dos. La princesa encuentra uno. La princesa va encontrando muchos más a lo largo del cuento. La princesa se convierte en un ratón y no puede salir más del espejo.

El Taller no es más que un reflejo, una sombra de la realidad. Así explica Marcelo Leonart, director de la obra, la visión de la autora y actriz Nona Fernández sobre la pieza estrenada en el 2012 que se repone este año a solo unos meses de ocurrido el fallecimiento del personaje protagonista de la puesta: Mariana Callejas. Son las sesiones del taller literario de Callejas en su casa de Lo Curro lo que marca el epicentro de la acción, donde se unen diversas historias que van construyendo un relato mayor: las propuestas de escritura de los participantes que giran mayoritariamente en torno a la figura de Rasputín, la vida privada de Callejas y la extraña desaparición de una ex-participante del taller: Julia Ilabaca.

El concepto de sombra se ve presente en cada instante de la construcción escénica y dramatúrgica: la exacerbación y uso del gestus de los personajes -donde la partitura física es fundamental- que exteriorizan en el cuerpo lo que se piensa/siente distanciándose de lo que dice la palabra; el uso de linternas que distorsionan cada rostro de los presentes dándoles un carácter monstruoso y delirante; las referencias a los proyectos literarios de los personajes donde cada cual vuelca sus pasiones y deseos más ocultos en la figura de Rasputín; la sexualización de Callejas en relación al personaje más joven Rubencito; el tildar a Julia de “traidora” por supuestamente irse al taller de Donoso, pero por sobre todo, encontramos las referencias a las acciones de Tomy (Michel Townley) y Marita (Callejas) en relación a los asesinatos de los ex ministros de Allende.

Sumado a estas perspectivas de la sombra, entendiendo dicho concepto como los aspectos inconscientes u ocultos de uno mismo desde la psicología de Jung, podemos encontrar el personaje de Mauricio, disfraz de la identidad de Caterina que viene a desequilibrar la estabilidad impuesta por la Dictadura en este micro-mundo literario.

Rasputín, Mauricio, los ratones, el botón de la retroproyectora, la literatura y la música operan como dispositivos para develar lo que no queremos ver. El metarrelato de la caída de los zares con la historia chilena está sutil y perfectamente trabajado, donde poco a poco la inclusión del personaje del brujo de la corte rusa comienza a comprenderse en la medida que aúna lo que vendrá después: la analogía al revés, en forma de espejo, del asesinato de la familia del zar con los desaparecidos chilenos.

Mauricio o Caterina y la necesidad de ser otro para encontrar la verdad o lo que queda de ella. Los ratones muertos, conejillos de indias para el experimento con gas sarín, que son el símil del titular del diario La Segunda de 1975: “Exterminados como ratones”, montaje mediático parte de la Operación Colombo para el asesinato de 59 miristas donde a los cuales, en la misma casa de Lo Curro donde vivía Callejas, se les confeccionaron los pasaportes falsos. El botón de la retroproyectora que representa los detonadores eléctricos causantes de los asesinatos de los ministros. La literatura como excusa para dar cuenta de las perversiones y necesidades humanas y, finalmente, la música como elemento acompañante y discursivo de la acción, como lo es la pieza de Rasputín que representa la censura musical en el Chile de 1976.

Sin duda hay muchísimos elementos posibles de analizar en la comedia negra de Fernández-Leonart que no caben en tan pocas líneas, donde cada uno ellos significa, donde cada acción, palabra, mirada, risa, gestus, grito, baile, movimiento, representan a la persona o su sombra, arquetipos que construyen este relato entre realidad y ficción.

Por otro lado, considero personalmente que la utilización del recurso de la comedia y el grotesco por parte de la compañía La Pieza Oscura es sumamente acertado, pues permite que el juego escénico vaya develando las atrocidades cometidas de una forma mucho más distanciada. Preciso me parece también lo que ocurre cuando todo lo construido empieza a desmoronarse mostrando a los verdaderos seres que cada uno de los talleristas, sobre todo Callejas y Mauricio, eran. Destaca la frase que corona este punto de quiebre: “Nadie se va de viaje sin despedirse de su familia ni llevarse un calcetín”.

Finalmente, la reflexión y crítica que hacen Leonart y Fernández al propio oficio de la escritura es magistral ¿qué es la literatura? ¿Cuál es rol del escritor? Utilizando la cita que el director eligió de Antonin Artaud: “Todos los escritores son unos cerdos” ¿O todos los seres humanos podemos serlo?

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Ficha Artística

Compañía: La Pieza Oscura

Director: Marcelo Leonart

Dramaturgia: Nona Fernández

Elenco: Carmina Riego, Francisca Márquez, Nancy Gómez, Francisco Medina, Juan Pablo Fuentes y Nona Fernández

Diseño sonoro/ música: José Miguel Miranda

Diseñador de iluminación y escenografía: Catalina Devia

Realizador escenografía: Rodrigo Iturra

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