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El género en escena: “No se vive la misma precariedad siendo hombre que siendo mujer”

Entrevistamos al equipo investigador de «El género en escena», un estudio que a partir de la perspectiva de género, analiza la realidad laboral de actrices y actores del Sindicato de Actores de Chile (SIDARTE), dando cuenta de las inequidades y formas de discriminación que tienen lugar el medio el teatral.

 

“En un nivel conceptual términos como patriarcado o género pueden resultar líquidos, pero no así las desigualdades que provocan”. Celia Amorós.

 

El epígrafe que da inicio a esta entrevista repone una idea que parecer de sentido común, pero no lo es: los efectos de las desigualdades de género tienen consecuencias concretas en el simple día a día. Citamos a Amoros porque hoy el medio teatral local, pese a la precariedad laboral transversal que afecta a actrices y actores, posee ciertas condiciones materiales específicas que no afectan por igual a hombres y mujeres.

Precisamente, de esto da cuenta El género en escena, una investigación que explora en la realidad laboral de actores y actrices afiliados al Sindicato de Actores de chile (SIDARTE). En esta entrevista al equipo investigador –conformado en total por cinco personas, tres mujeres y dos hombres-, hablamos sobre la singularidad de este estudio y las expectativas creadas en torno a su lanzamiento, expectativas que el equipo investigador insta a mesurar pues se trata de una investigación que si bien “entrega datos duros sobre cosas que eran de sentido común, no va a dar todas las respuestas que necesitamos para poder generar una política pública. Estamos recién el punto de inicio”.

Al final de esta entrevista podrán encontrar un link para descargar los resultados de esta investigación editada en formato digital y en papel por editorial Osoliebre.

 

Queremos empezar transmitiendo una sensación: pareciera que en el teatro la inequidad de género no es tema, al menos no con la visibilidad que tiene en otras áreas profesionales.

Si, durante las entrevistas que realizamos, se reconoció que este era un tema poco problematizado. Incluso pasó en algunos casos que estas preguntas no habían aparecido hasta el momento mismo de la entrevista. Ahora, que aparezca es una cosa y que se vuelva un tema prioritario es otra, porque efectivamente, en nuestra sociedad hay muchas inequidades. De todos modos, nosotros creíamos que a la luz de datos internacionales esta era una realidad que se podía reproducir en el teatro chileno, porque se trata de un tema estructural y es imposible que no atraviese a toda la sociedad. Nosotros también estamos insertos en esta máquina de poder, por lo tanto, también somos permeables a eso.

Que en el teatro no sea tema, ¿pasa porque el teatro goza de cierta reputación progresista o liberal?

Probablemente sea una de las razones. El teatro siempre está como a la vanguardia, eso definitivamente obstaculiza la reflexión sobre nuestros propios procesos, cómo nos entendemos, cómo nos relacionamos. Quizás no sea el mejor concepto, pero en el teatro hay una especie de sensación de superioridad moral. Nosotros nos sentamos a discutir la sociedad, a observarla, problematizarla, pero esa misma reflexión no se aplica a nosotros mismos.

Okey, entonces podemos decir sin temor a equivocarnos que está poco problematizado el tema de la inequidad de género en el teatro.

Creemos que sí, y eso se refleja en la falta de estudios, en la ausencia de políticas públicas dirigidas a abordar ese problema específico en el mundo de las artes y la cultura. Está toda esta lógica de que el género es una conciencia transversal, pero detrás de esa estrategia de transversalidad, se diluye la pregunta, nadie se hace cargo finalmente.

Se refieren a que la inequidad de género aparece como una problemática siempre por resolver.

Claro, se hace referencia en términos muy generales al tema de la equidad, pero no es algo que se delimite y especifique como un objetivo con su estrategia específica. ¿Cómo se logra eso?

Y… ¿cómo se logra eso?

El primer paso es hacer consciente, concretamente que este es un problema que hay que abordar y que se manifiesta de una determinada manera. Uno busca respecto a temas de género en Chile, y hay material, pero enfocado al tema de la dramaturgia o a una dimensión más discursiva. Este proyecto se propuso otra cosa: indagar en las relaciones materiales y de producción en el teatro.

En la investigación de El género en escena se afirma que el problema de la inequidad de género se invisibiliza frente a un contexto de precariedad económica y laboral transversal. ¿Cómo es eso?

En simple, sucede que cuando la precariedad laboral es intersectada por variables como el género, se logra dar cuenta de que uno no vive la misma precariedad siendo hombre que siendo mujer. Luego, hay otras variables como la edad o el nivel de formación, que dan cuenta más en profundidad de esto y que fueron una sorpresa para nosotros, porque no era algo a lo que le hubiéramos prestado mucha atención en un principio.

¿Qué fue lo sorpresivo?

El estudio reflejó que a menor nivel educacional, mayor brecha salarial y a mayor nivel de educación, la brecha salarial se equipara un poco más en relación al hombre, es decir, el nivel de formación profesional habla del modo en que la mujer en el teatro necesita validarse mucho más que el hombre.

¿Hay una brecha salarial?

Sí, y esa fue otra sorpresa, porque a pesar de la precariedad del medio hay diferencia en términos salariales que no tienen justificación. Esos son los resultados contraintutivos de los que hablamos en la presentación de la investigación. Nosotros pensábamos que nos íbamos a encontrar con muchas más diferencias respecto a la participación en determinados roles, que es lo que uno tiende a creer: más hombres en la dramaturgia y en la dirección versus más mujeres en la producción. Pero a la luz de los resultados, la participación está equiparada. No existen grandes diferencias en términos de participación en los roles, sin embargo, se percibe como si esas diferencias existiesen realmente.

O sea, en la práctica esas diferencias no existen, pero se continúa insistiendo en que hay diferencias.

La gente sigue creyendo, en general, que hay roles más feminizados y otros más masculinizados. Se asume, por ejemplo, que las mujeres SON mejores administradoras. Es heavy ese prejuicio porque no se percibe como una discriminación o una violencia, aunque es un poco como decir «yo no soy machista pero…».

¿Y por qué siendo inexistente esta diferenciación de roles, sí existe una diferencia en la visibilización de dramaturgas y directoras mujeres? Preguntamos porque se trata de algo que se repite año tras año: en la última Muestra Nacional de Dramaturgia hubo solo dos directoras y una dramaturga. En el GAM, de 134 obras estrenadas en 2014, solo en 23 la dramaturgia corrió por cuenta de mujeres, 10 de ellas chilenas. ¿Creen ustedes que ser mujer implica tener menos visibilidad?

Es que ahí nos metemos en otro tema que tiene que ver con la visibilización de los procesos creativos. De los resultados de esta investigación se desprende que hay una diferencia en términos de percepción y lo que de verdad se expresa en términos de trayectoria. Lo que resulta de eso ya es interpretación y puede ser también una hipótesis a trabajar.

¿Y respecto a violencias relacionadas al género, ¿apareció algo? Vimos que en una parte de El género en escena se refieren al acoso sexual.

Sí, apareció, sobre todo en las entrevistas, el reconocimiento de situaciones de discriminación y situaciones de acoso donde mayoritariamente era de hombres hacia mujeres.

Se mencionaba particularmente espacios académicos…

Es que ahí están claramente marcados los roles de poder. Por eso esto no puede quedar como el interés personal de un grupo de trabajo, tiene que abordarse como un problema fundamental y primario. Hay que instalar la pregunta por el género a nivel de pregrado.

¿Qué hay sobre la reproducción de roles a la hora de conformar una familia?

También se reproducen discursos. El hombre busca asumir el rol del sostenedor: “yo me tengo que encargar de las lucas”, aunque eso signifique postergar proyectos profesionales.

Como la idea del macho proveedor.

Claro y el caso de la mujer aparecen otras preocupaciones relativas a la red de apoyo, a la seguridad social, salud, etc.

Si se reproducen estos discursos clásicos, es que queda mucho por investigar y hacer todavía.

Sí, hay que profundizar mucho todavía, por ejemplo, en cuáles son los discursos que cruzan diariamente nuestro cotidiano. También hay que seguir profundizando en las diferencias y desigualdades de género en la creación. Y por supuesto que hay que ampliar el concepto de género. Nosotros en algún minuto tuvimos que cortar la investigación, y eso implicó quedarnos con el código binario hombre/mujer, pero el concepto de género requiere un abordaje complejo porque también aparecieron en las entrevistas otras variables como relaciones familiares que son distintas al eje hombre/mujer o el acoso de hombre a hombre, que son otras relaciones de poder.

Por último, también es importante abordar más estudios desde una perspectiva decididamente feminista y preguntarse por el rol de las mujeres, los espacios que ocupan, sus necesidades y obstáculos materiales, y por supuesto, su visibilización. Es tedioso, pero hay que hacer un catastro que dé cuenta de su participación y visibilización en espacios más relevantes, emergentes, etc.

Para aportar al catastro: hace unas semanas el Depto de Teatro de la Universidad de Chile lanzó un programa de especialización en dramaturgia con un afiche donde aparecían solo hombres dramaturgos. Curiosamente el afiche fue bajado el mismo día y poco después apareció uno distinto con una dramaturga dentro de los nombres. Pareciera que ahí alguien se puso los “lentes” para mirar desde la perspectiva de género.

Es que precisamente de eso se trata. Esta es una pregunta que tiene que atravesar todos nuestros procesos, debe estar siempre presente y no solo aparecer porque a alguien le interesa meterse con temas de género: ¿qué estereotipos reproduzco yo en mi práctica laboral?

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El Género en escena, editado por Osoliebre.

Equipo investigador: constanza muñoz briones, camilo araneda carrasco, pablo cisternas alarcón, pascuala migone widoycovich, catalina yazigi vásquez

El texto puede ser descargado desde el sitio web de la editorial de forma gratuita. Además, puedes hacer una donación voluntaria.